Intelectuales guatemaltecos en México: del movimiento Claridad al antifascismo, 1921-1939
Rogelio de la Mora V.
Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales
Universidad Veracruzana, México
Correo: rdelamora@uv.mx
El presente trabajo se propone
rastrear el itinerario intelectual de algunos de los miembros de la llamada
generación de los veinte en Guatemala, tales como Miguel Ángel Asturias, Luis
Cardoza y Aragón y Arqueles Vela. Al seguir sus pasos y analizar e interpretar
lo esencial de sus obras, igualmente se pretende resaltar cómo estos actores,
desde sus primeras participaciones en los debates cultural y cívico en
Guatemala, pasando por el Estridentismo en México y la Asociación de Estudiantes
Latinoamericanos en París, hasta su pertenencia a la Liga de Escritores y
Artistas Revolucionarios (en el caso de Cardoza y Argón), también en México,
mantuvieron una estrecha relación con su pares mexicanos, sobre la base de
preocupaciones y temáticas comunes. Así mismo, el énfasis está puesto en el
movimiento Claridad de Henri Barbusse y su influencia en el discurso y en la
acción de los personajes estudiados.
El comienzo del fin de la dictadura de Estrada Cabrera está signado por
el Movimiento Unionista, en el cual participan clases medias urbanas, luego de
un cuartelazo y un levantamiento popular. El historiador y uno de los actores
aquí estudiados, Heliodoro Valle, afirma que las rebeliones centroamericanas
han dado más renombre a Centro-América que el banano y la caoba. Sin embargo,
esta rebelión tendría un carácter singular[1].
El instrumento de la insurrección es el Partido Unionista, fundado con el
argumento de contribuir a la integración ístmica, en vísperas del centenario de
la Independencia centroamericana, el 25 de diciembre de 1919. En este
movimiento, la colaboración de jóvenes universitarios, que a la postre se
autodenominarían la generación del veinte[2],
es importante. Por lo general, sus miembros pertenecen a las clases medias o
altas: David Vela (1901-1992), Carlos Samayoa Aguilar (1898-1973), Miguel Ángel
Asturias, Carlos Bauer Avilés (1890- ), César Brañas (1899-1976), Arqueles Vela
(1899- ), Jorge García Granados (1900-1961), Ramón Aceña Durán (1898-1946),
Carlos Wyld Ospina (1891-1956) y Flavio Herrera (1895-1968). Los
novecientosveintistas suscriben el “Acta de los Tres Dobleces”, esencial en la
insurrección; forman parte de la Asociación de Estudiantes Universitarios
(AEU), y editan las revistas Claridad,
Cultura y Studium. Además, fundan la Universidad Popular[3],
el 20 de agosto de 1922, y restauran la Huelga de Dolores [4].
Al recordar los orígenes de la Universidad Popular, Epaminondas Quintana
explica: “Comenzamos a trabajar por Guatemala de una manera fundamental. Con
David Vela, José Luis Balcárcel, Carlos Fletez Sáenz [secretario de Porfirio
Barba Jacob] y Miguel Ángel [Asturias] concebimos –no, miento, no concebimos
sino que seguimos una concepción original de Porfirio Barba Jacob que se
llamaba ‘la universidad popular’. Esta idea la inició aquí, inspirado por
México, don Porfirio Barba Jacob”[5].
Un trabajo genealógico nos mostraría que los novecentistas estudiaron
casi todos en el Instituto de Varones, entre 1911-1916: el mismo Epaminondas
Quintana, Miguel Ángel Asturias, los hermanos Arqueles y David Vela, Flavio
Herrera, José Luis Balcárcel, por citar sólo unos pocos. Asimismo, esta
generación se enmarca en el ambiente intelectual de la posguerra: pacifismo y
antimilitarismo, planteados desde Francia por Anatole France, Romain Rolland y
Henri Barbusse, por un lado y, por otro lado, la Reforma Universitaria de
Córdoba, las revoluciones mexicana y rusa, y el resurgimiento del
federacionismo centroamericano, que dotó de argumentos y pretextos a los que
aspiraban derrocar a Estrada Cabrera. Las influencias más importantes provienen
de Enrique Rodó (la máxima figura de la nueva generación opuesta al
positivismo), José Vasconcelos, José Ingenieros y Manuel Ugarte (1875-1951), a
quien Asturias cita en su tesis “El problema social del indio” (1923). Es a
través de estos pensadores latinoamericanos, pero también mediante la revista El Repertorio Americano, que los jóvenes
guatemaltecos se acercan a lo ideales del Grupo Claridad.
También es de remarcar que los más destacados escritores e intelectuales
miembros de esta generación socializaron con sus pares mexicanos, porque
vivieron y trabajaron la mayor parte de sus vidas en territorio azteca:
Arqueles Vela, Luis Cardoza y Aragón, Jorge García Granados, Carlos Mérida y
Rafael Heliodoro (él, hondureño, amigo y enlace entre los inmigrantes
guatemaltecos y la comunidad de hombres de letras en su país de adopción).
Otros, desde muy temprano, viajan al país vecino, siendo más que simples
testigos del movimiento revolucionario, de carácter antioligárquico, que allí
se desarrolla: Wild Ospina, Rafael Yela Gunther, Carlos Mérida, Porfirio Barba
Jacob (aunque colombiano, desempeña un papel relevante en los medios
intelectuales guatemaltecos y, en general, centroamericanos), por ejemplo.
Otros más, como Miguel Ángel Asturias, son testigos y se inspiran del
nacionalismo cultural vasconcelista, cuyo proyecto está en marcha.
Asturias había ingresado en 1917 a la Facultad de Medicina, que luego
abandona por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de
Guatemala. Por cierto, un año después, la institución pasó a llamarse
Universidad Nacional Estrada Cabrera, mediante el decreto número 989, expedido
por la Asamblea Legislativa, el 30 de abril de 1918. El secretario de este
congreso había sido Máximo Soto Hall (1871-1944), autor de seis novelas, entre
ellas las antiimperialistas El problema
(1899) y La sombra de las Casa Blanca
(1927). En estas circunstancias, Asturias se gradúa de abogado y notario, en
diciembre de 1923 (la Asamblea Legislativa anulará el decreto 989, el 30 de
abril de 1924). Siendo todavía estudiante, viaja a México, en agosto de 1921,
con el fin de participar en Congreso Internacional de Estudiantes (CIE),
promovido por José Vasconcelos. Asturias se encontrará con un país en
efervescencia cultural, en un momento central en el desarrollo de los jóvenes
intelectuales de la clase media. Desde la recién creada Secretaría de Educación,
Vasconcelos, quien había luchado contra la dictadura porfirista, emprende una
contundente batalla contra el analfabetismo, creando para ello escuelas
rurales, misiones culturales y centros culturales. A través del Departamento de
Bellas Artes, imprime un impulso sin precedente a la pintura, la escultura, la
música, la danza y el canto. La Universidad Popular había desaparecido (1920),
fundándose en su lugar el Departamento de Extensión Universitaria.
En la organización y el desarrollo del CIE, el Jefe del Departamento de
Intercambio y Extensión Universitaria de la Universidad de México, Pedro
Henríquez Ureña, junto con Julio Torri, Diego Rivera y Vicente Lombardo
Toledano, participa activamente. Al final, este encuentro estudiantil adopta
una serie de resoluciones, de las cuales retendremos las siguientes: declarar
como “obligaciones de los estudiantes” el desarrollo de la extensión
universitaria; “el restablecimiento de Universidades Populares”; invitar a los
centros estudiantiles de Nicaragua y Costa Rica a orientar sus trabajos, para
que “sus respectivos países se incorporen a la República Federal que acaba de
construirse con las otras naciones centroamericanas”[6].
Durante este viaje, Asturias conoce también a Ramón del Valle Inclán, una
influencia decisiva en su vida literaria, así como también lo sería en
diferentes grados para Flavio Herrera y Luis Cardoza y Aragón. Este mismo año, Haya de la Torre, en su Discurso de la Habana, manifestaba su
convicción de que la juventud, especialmente la universitaria que pertenecía a
la ascendiente clase media, era la portadora de los grandes cambios sociales y
políticos [7].
En el caso de Guatemala, sus previsiones serían acertadas.
Es probable que durante su breve estada en México, Asturias haya leído
en el primer número de la revista El
Maestro, dirigida por Vasconcelos, “Una declaración de independencia
intelectual”, de Romain Rolland y Anatole France; y, posteriormente, el
“Manifiesto a los intelectuales y estudiantes de América Latina”, de Anatole
France y Henri Barbusse, exhortando a la juventud latinoamericana a sumarse al
movimiento Claridad. Para entonces, José Ingenieros, en uno de los ensayos conformando Los tiempos nuevos (1921), intitulado
“Ideales viejos e ideales nuevos”, había mostrado sus simpatías y su adhesión
al movimiento, y había fundado la revista Claridad,
retomada años después por Antonio Zamora (1926-1941). Por su parte, Haya de la
Torre, en Perú, crea y dirige una revista homónima. Pero al ser encarcelado y
deportado por el gobierno de Leguía, Mariátegui asume de manera interina la
dirección de Claridad, hasta su clausura (1923)[8].
En este contexto, es fácil entender por qué, inmediatamente después de su
regreso de México a Guatemala, el futuro premio Nobel funda la revista Claridad.
Recordemos que Claridad (Clarté)
es el nombre de la segunda novela de Henri Barbusse (1919), y también del
movimiento internacionalista, pacifista, socialista, antiimperilista y -posteriormente- antifascista Claridad o
Internacional del Pensamiento, por él fundado en mayo de 1919. El movimiento se
dota igualmente de su propia revista, Claridad. Liga de solidaridad intelectual
por el triunfo de la causa internacional (Clarté.
Ligue de solidaridarité intellectuelle pour le trionphe de la cause internationale,
1921-1928), difundida en varias lenguas en diferentes países de Europa. El
universalismo reivindicado por el grupo Clarté, cuyas raíces se hunden
particularmente en el pacifismo, el antiimperialismo, el apartidismo y el
rechazo a las dictaduras, coincidía con los ideales, proyectos y luchas de la
nueva generación de intelectuales guatemaltecos.
Haciendo eco al llamado de Henri Barbusse y Anatole France, así como de
las propuestas de Vasconcelos, aparece en Guatemala el primer número de Claridad, semanario estudiantil dedicado
a la política y a la cultura, el 21 de diciembre de 1921 (hasta el 4 de abril
de 1922, 13 números). Uno de sus iniciadores, Epaminondas Quintana, recordaría:
“Henri Barbusse, renombrado escritor francés en aquella época, nos subyugaba
con sus teorías políticas y sus ideas iconoclastas […] Claridad era en el
fondo, de un moderado socialismo y tenía para nosotros, los jóvenes de
entonces, el resplandor de un alba, la significación de una franqueza
candorosa, la fuerza de la verdad desnuda […] Miguel Ángel Asturias atiende a
ese llamado. Publica en Claridad guatemalteca el encendido texto llamado
“Revolución”, dirigido a la mocedad y los obreros para que enarbolaran el
estandarte del cambio”[9].
Este escrito, publicado en el segundo número de la revista, a una semana del
golpe de estado que derrocó al gobierno popularmente elegido de Carlos Herrera,
revela a un Asturias transformado –comparado con los escritos previos a su
viaje a México-, entusiasmado por las ideas de cambio sin concesiones, y
equipado, en el sentido militar del término, de un lenguaje de tonalidades
revolucionarias.
El contenido de los artículos de Claridad
se enmarca en la tendencia de los
movimientos culturales, europeos, rusos y latinoamericanos, que se
proponían “cambiar la vida”. Barbusse pregonaba que para hacer “la revolución
en los espíritus” era necesario partir de una constatación, tomar conocimiento
de la lección de los hechos, combatir la ignorancia (en Guatemala, el 94% de la
población era analfabeta) y su explotación comercial. El escritor galo añadía
que es “necesario destruir el viejo mundo y establecer uno nuevo. Pero para
ello, es necesario que los hombres crean en ese mundo nuevo y sepan como debe ser
[…] Para que una gran modificación social salve a los hombres es indispensable
que esta parezca a la mayor parte de ellos como evidente y lógica”[10].
También, en Los ideales del Grupo ¡Claridad!, marcaba como objetivos: (en el
orden nacional) federalismo, eliminación de los políticos profesionales; guerra
a la guerra; (en el orden moral) educación integral que capacita a los hombres
para desempeñar funciones útiles a la sociedad; proscripción de las
supersticiones y dogmatismos en la enseñanza, y defensa de la libertad de
pensar[11].
Otras revistas también creadas directamente por los
novecientosveintistas son: Los Ensayos
Políticos y Literarios (1920-1922), Electra
(1920-1921), Cultura (1922), Vida (1925-1927), Ensayos (1927) y Studium
(1921-1942). Veamos brevemente las características de cada una de ellas. Cultura (julio-diciembre 1922), es el
órgano de divulgación de la Sociedad el Derecho, fundado por Clemente Marroquín
Rojas y Alfonso Orantes, para el cual Miguel Ángel Asturias y David Vela
redactan los editoriales. En esta publicación, Asturias inserta también “México”, en cuatro entregas, de
agosto a diciembre de 1922; escritos en prosa, aunque clasificados como poema,
en los cuales relata su reciente viaje al país vecino.
Studium. Órgano de la Asociación
de Estudiantes Universitarios de la República de Guatemala, A. C., se
funda el 20 de mayo de 1920. De todas
las revistas, es la más completa y longeva (en su primera época: 30 números, de
febrero 1921 a marzo 1930), organizada en secciones de Derecho, Medicina,
Odontología, Farmacia, Ingeniería, caricaturas y humorismo, poetas y
escritores, artículos seleccionados, Literatura estudiantil, bibliográfica y
fotograbados. En sus páginas se publicarán artículos de Anatole France (“Dafnis
y Cloe”), José Vasconcelos (su viaje por Suramérica, en 1922), José Ingenieros
(“Por la Unión Latino-Americana”. Discurso con el cual recibió a Vasconcelos en
Buenos Aires), José Mariátegui (sobre la Reforma Universitaria), por ejemplo.
Por esta época se forjan también otros periódicos y revistas en
Guatemala, en torno a las cuales se aglutinan miembros de la generación del
veinte. Una de estas publicaciones, El
Imparcial (1922), fundado por Alejandro Córdova (1880-1944) y Miguel Ángel
Osorio, amigo de Carlos Wild Ospina, es “el periódico independiente más
importante durante la época de despegue y consolidación de la obra de los
escritores del novecientos veinte”[12].
Según Casaús, en sus inicios El Imparcial
representaba el discurso hegemónico, aparecía como el heraldo de la oligarquía[13].
Sin embargo, esta tendencia pronto se modifica dos años más tarde: el tabloide
adopta como emblema un quetzal estilizado, diseñado por Carlos Mérida. Y abre
espacios a las colaboraciones de
Epaminondas Quintana, Carlos Wyld Ospina, Arévalo Martínez y Miguel
Ángel Asturias, quien publica ahí su primera selección poética en junio de
1924, poco antes de marcharse a Europa, precisamente como su corresponsal
(1924-1933).
Mientras tanto, el gobierno de Estrada Cabrera se derrumba el 15 de
abril de 1920. Exactamente cinco meses más tarde, su lugar es ocupado por el
diputado Carlos Herrera, quien implanta un régimen moderado. Su gobierno
sobrevive a la agitación política durante diez meses. Los liberales no tardan
en separarse del unionismo y constituyen el Partido Liberal Federalista (PLF),
para restablecer la República Federal de Centro América: es el inicio del
derrocamiento de Herrera. Los demonios golpistas vuelven a encarrnarse en los
viejos militares de la época anterior, los generales José María Orellana, José
María Lima y Miguel Larrave, quienes encabezan una asonada y derrocan a
Herrera, entre el 4 y el 5 de diciembre de 1921. Consumado el golpe de estado,
Orellana se presenta como candidato del PLF a la presidencia de la república,
cargo que ocupa del 4 de marzo al 26 de septiembre de 1922, fecha en que
fallece súbitamente. La silla presidencial será luego ocupada por otro general,
el Comandante militar de la Guardia de Honor Lázaro Chacón (1922-1930). Durante
su gobierno, impulsa la educación universitaria, pero a causa de un ataque de
hemiplejía, a fines de 1930, fallece en Nueva Orleans, en abril de 1931.
Gobiernos interinos lo suceden. Finalmente, el general Jorge Ubico asciende al
poder (1931-1944), gobernando al país de manera patrimonialista. El autócrata
era egresado de la Escuela Politécnica y, de adolescente, había viajado con sus
padres a México. El poeta guatemalteco Alfonso Orantes afirmaba que existían tres
alternativas para quienes disentían del estado de cosas de la dictadura en
turno: “Encierro, destierro o entierro”[14].
El movimiento popular del 20 de octubre de 1944 pondría fin a su gobierno. El mando quedaría en manos de
una junta de gobierno, compuesto por un civil y dos militares: Jorge Toriello
Garrido, Francisco J. Arana y Jacobo Arbenz Guzmán. Pero esa ya es otra
historia.
Por su parte, Luis Cardoza y Aragón (1904-1992) había sido uno de los
organizadores de la sociedad de alumnos Patria, del Instituto de Varones de
Oriente, así como de la edición de El
Instituto, órgano de difusión de la Liga Unionista de Institutos. Su padre,
abogado liberal, democrático, se había afiliado al Movimiento Unionista, razón
por la cual permanece encarcelado durante años en el Palacio de los Capitanes
Generales de Antigua. Posteriormente, el escritor recordaría la semana trágica,
así llamados los días de lucha, acompañado de su padre y cómo, cruzando las
líneas de fuego, Santos Chocano exhortaba a Estrada Cabrera, en su fortaleza La
Palma, a “sucumbir wagnerianamente, bajo los escombros incendiados por la
metralla”[15].
El prestigio de Cardoza se fincaría en la poesía y como ensayista y crítico de
arte; vive y desarrolla su obra principalmente en México. Al igual que Arqueles
Vela, después de su experiencia unionista, se marcha de Guatemala; él, primero,
con destino a Francia, para estudiar medicina durante dos años. Cuando
desembarca en París (1921) tiene 20 años de edad, y se encuentra con el
marxismo, movimiento disputando la hegemonía la hegemonía en los campos
ideológico y cultural; pronto entrará también en contacto con el surrealismo[16].
El joven literato se forma en el
movimiento liderado por André Breton; sin embargo, apunta Olivier Debroise,
“está más del lado de Artaud, ese Danton de la Revolución Surrealista, que de
Breton, Robespierre y Stalin de su propia creación”[17].
Dos años después de su arribo (1923), publica su primer libro de poesía, Luna Park, que es cuando se liga con los
surrealistas. Poco después, el poeta publica Maelstrom (1926), prologado por Gómez de la Serna. Años más tarde,
deja Francia y funge como Cónsul General de Guatemala en Cuba, donde conoce a
García Lorca, para luego trasladarse a México (1932). En este país es recibido
por el grupo Los Contemporáneos (Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, Carlos
Pellicer, Octavio Paz) y pronto se incorporará a la Liga de Escritores y
Artistas Revolucionarios (LEAR).
Vigilado de cerca por la policía secreta del presidente Abelardo
Rodríguez, un reducido número de hombres de cultura, entre los cuales Fernando
Gamboa, Pablo O’Higgins, Luis Arenal, David Alfaro Siquieros, Leopoldo Méndez y
Juan de la Cabada, crean la LEAR, a finales de 1934. Luego participarán José
Mancisidor, Ermilo Abreu Gómez, Julio Bracho, Juan Marinello y Nicolás Guillén,
así como dos intelectuales guatemaltecos de los cuales nos hemos venido
ocupando: Carlos Mérida y Luis Cardoza y Aragón. El grupo forja enseguida el
periódico Frente a Frente, órgano
oficial de la LEAR. En su primer número inserta la declaración de principios:
la LEAR es una organización al servicio de las clases trabajadoras, reconoce la
lucha de clases, y se fija como propósito impulsar una campaña intelectual a
favor de los obreros
y campesinos. De hecho, el antecedente inmediato de esta
publicación es Noviembre, revista
dirigida por el Grupo del mismo nombre, cuyo dirigente visible era José
Mancisidor, a finales de 1932 y 1933. El ejército expulsa de la ciudad de
Xalapa a los miembros del grupo, donde residían, bajo la acusación de
comunistas. Poco después, retornan a Xalapa y fundan la revista Ruta y la editorial Integrales. Cuando
Lázaro Cárdenas llega al poder, nombra a Gonzalo Vázquez Vela y a Gabriel
Lucio, miembro del Grupo Noviembre, como Secretario y subsecretario de
Educación Pública, respectivamente. Entonces, se trasladan como Brigada
Noviembre a México y, en acuerdo con Juan de la Cabada, el periódico sirve de
base para la fundación de Frente a Frente[18].
Los miembros del grupo Noviembre abandonan momentáneamente la capital del
Estado de Veracruz, donde residían, y emigran al Distrito Federal. De esta
manera, la revista Noviembre se
transforma en Frente a Frente [19].
Después de atacar al presidente de la república Lázaro Cárdenas
(1934-1940), la LEAR modifica su postura. Coincidiendo con el ascenso del
nacional-socialismo en Alemania, el VII Congreso de la Internacional Comunista
estimula la creación de los “Frentes Populares
Antifascistas” en varios países. Al mismo tiempo lanza la consigna de aliarse
con los pacifistas, liberales y reformistas, así como salir en defensa de la
“cultura proletaria”. Por esos años, Henri Barbusse, jefe del movimiento
revolucionario en Francia, dirige la Asociación de Escritores y Artistas
Revolucionarios, sección francesa de la AEAR, y es director de Commune (1933). Revista en la cual
Manuel Ugarte es pieza importante y en la que llega a colaborar Germán List
Arzubide. Por su parte, José Mancisidor declarará que la revista Ruta, que él dirigía, estaba adherida al
movimiento encabezado por el autor de Clarté.
La revista Ruta había sido
fundada en Xalapa, Veracruz. Su último número en esta ciudad es editado en
1937, con el cual cierra una etapa, al mismo tiempo que otra se abre
(1938-1939)[20].
Esta vez en la Ciudad de México, bajo los auspicios de González Vela, ex
gobernador de Veracruz y actual Secretario de Educación Pública. En la
subsecretaría está Gabriel Lucio, ex secretario de Educación Pública en
Veracruz, y miembro tanto del Grupo Noviembre
como de Ruta. Mancisidor se desempeña
entonces como director de Secundarias nocturnas. En este 1937 fallece Henri
Barbusse, en Moscú. El mismo año en que Trostky y su esposa Natalia encuentran
asilo en México, gracias a la intervención de Diego Rivera ante el presidente
Cárdenas. En esta nueva fase de Ruta,
varios escritores, artistas e intelectuales perteneciendo a la LEAR colaboran
en la revista: Ermilio Abreu, José Chávez Morado, Luis Cardoza y Aragón,
Fernando Gamboa, Pedro Geoffroy Rivas, Rufino Tamayo y José Chávez Morado.
Una
revisión de los intelectuales provenientes de la generación de los veinte en
México, no estaría completa sin Carlos Wyld Ospina (1891-1956), novelista,
ensayista y poeta. Aunque de madre colombiana (Soledad Ospina Chaparro, sobrina
del presidente Mariano Ospina Rodríquez) y de padre inglés, nace en Guatemala,
y vive tanto en este país como en México. En su época de estudiante, dirige un periódico
humorístico llamado El Zaraguate,
colabora en el Diario
de los Altos y participa en el movimiento unionista. Época durante la cual escribe
para las revistas Estudio
y El Pueblo.
Asimismo, colabora en el Diario
de Centroamérica, El Imparcial y El
Independiente. Al lado de Carlos Mérida, Alberto Velásquez y Rafael
Yela Günther, entre otros, forma parte del Grupo Los Líricos, en
Quetzaltenango. Su obra literaria abarca la poesía modernista (Las dádivas
simples: poemas, 1921), la novela (El solar de los Gonzagas, 1924),
el cuento (La tierra de los Nahuyacas (1938) y el ensayo (El
autócrata: ensayo político-social (1929). Paralelamente a su labor de
escritor, se desempeña como profesor de literatura en la Universidad de San
Carlos, y como director de los periódicos El Independiente de México
(1913-1914), el Diario de los Altos (1915), El Pueblo (1920-1921)
y el Diario de Centro-América (1947). Como veremos más adelante, junto
con Porfirio Barba Jacob, funda el diario Churubusco,
en México. También sería miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua y de
la Sociedad de Geografía e Historia. Además, fundador de la Sociedad de
Geografía e Historia de Guatemala, miembro de la Sociedad Teosófica de Madrás,
India, y del Centro Libre de Estudios Psíquicos de Guatemala. Participó en el
movimiento unionista y combatió contra la tiranía de Manuel Estrada Cabrera, en
1920, aunque sirvió al tirano en turno, Jorge Ubico. Luis Cardoza y Aragón lo
equipara como novelista, con Flavio Herrera.
El
contacto parisino
En la Europa de los veinte, en particular en París, residen y ocupan
cargos en legaciones diplomáticas escritores y poetas como Amado Nervo, Enrique
Rodriguez Larreta, Alcides Arguedas, Alfonso Reyes, los hermanos Francisco y
Ventura García Calderón, Vicente Huidobro, Alejo Carpentier y, en diferentes campos, Manuel Ugarte, José
Vasconcelos, Carlos Quijano, José Ingenieros, César Vallejo, Miguel Ángel
Asturias, León Pacheco y Gabriela Mistral, entre otros. Algunos miembros de
esta comunidad efectúan intercambios epistolares y, o se reúnen frecuentemente
en espacios públicos, como las cafeterías El Dôme y La Coupole, en el
barrio de Montparnasse de la capital gala. Epaminondas Quintana narra ese
ambiente intelectual de intercambios y debates, alrededor de figuras como
Miguel de Unamuno, colaborador de Clarté
[21].
En París, Asturias también conoce a
César Vallejo y a Luis Cardoza y Aragón, en 1924. Relación con este último
continuaría cultivándose a lo largo de los años, Cardoza en México y Asturias
en Guatemala: “nuestra amistad era literaria y mucho más allá de eso”,
confesará Cardoza[22].
Asturias escribe para diarios de México y El
Imparcial, de su país. Es igualmente en esta espaciosa “brasserie” de
arquitectura art decó, donde Asturias conoce y frecuenta a José Ingenieros.
Asimismo, Asturias visita y entrevista –publicándola- a Arqueles Vela. En esta
entrevista (el 13 de agosto de 1927), Vela declara a su compatriota tener,
junto con Luis Cardoza y Aragón, un libro en prensa, intitulado Transfusión de sangre [23].
El interés de las casas
editoriales (Garnier, Flammarion, Michaud) se muestra abriendo sus puertas a
las producciones y publicaciones de obras de autores hispanoamericanos.
Marcelle Auclair, Jean Cassou, Francis de Miomandre, Georges Pillemente,
Mathilde Pomès, Jules de Supervielle; todos, “habían vivido o viajado por
América Latina, o se morían por ir allá” [24].
Representantes de la escuela francesa de etnografía, como Georges Raynaud, director
de Estudios sobre Religiones de América Precolombina, en la Escuela de Altos
Estudios de París, quien llegaba de Yucatán con los textos del Popol Vuh, contribuyen a despertar
conciencia del mundo prehispánico en Ricardo Guiraldes, Miguel Ángel Asturias,
José María González de Mendoza, César Vallejo, Luis Cardoza y Aragón y
Epaminondas Quintana, quien asiste a sus clases en la Sorbona.
Sin embargo, fueron los ideales del latinoamericanismo y del
antiimperialismo los que lograron que estas voluntades dispersas se
reagruparan, en torno a la Asociación
General de Estudiantes Latinoamericanos, en un acto de protesta sin precedente.
A raíz de las amenazas de Estados Unidos que pesaban sobre México, José
Ingenieros convoca y reúne a los ‘jóvenes de cabellos nigérrimos y habla
empenechada” residentes en París, en la
Maison des Savants, el 2 de junio de 1925. En él se dieron cita lo que de más selecto tenía la
intelectualidad de Iberoamérica de la época: José Vasconcelos, Manuel Ugarte,
Carlos Quijano, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Víctor Raúl Haya de la
Torre y Miguel Ángel Asturias, entre otros. En esta ocasión, Ingenieros, con
resonancias generacionistas, expresa: “La nueva juventud americana ha precisado
la ideología de la lucha contra el imperialismo: nosotros, los mayors, debemos
declararnos guiados y no guías”[25].
Conclusiones
En distintos países de la América Latina de los novecientos veinte, se
asiste al nacimiento de una nueva especie de interventores en el campo
político: la intelectualidad comprometida. En Guatemala, el intelectual
orgánico, ligado al pueblo, se opone al intelectual de partido y al Príncipe.
El movimiento que culmina con el derrocamiento de Estrada Cabrera difícilmente
se puede concebir sin la activa participación de la llamada generación del
veinte. Así como hemos constatado a lo largo del presente texto, los conectores
más importantes de los miembros de este grupo con sus pares mexicanos, fueron
los medios de sociabilidad (congresos, cafeterías, intercambios epistolares…).
En ese sentido, los ideales divulgados por Henri Barbusse, Romain Rolland y
Anatole France (coincidiendo con las ideas de Ortega y Gasset), a través de
José Ingenieros, José Vasconcelos, Haya de la Torre y la revista Repertorio Americano, desempeñaron un
papel importante, difícil de medir.
Desde muy temprano, el contacto con los jóvenes intelectuales mexicanos
enriqueció recíprocamente la amplitud de miras, en el camino hacia la
transformación de la sociedad y la creación de nuevos imaginarios. Hemos visto
también cómo varios integrantes de la generación visitaron, pasaron largos
periodos o se quedaron a vivir en México: Arqueles Vela, Luis Cardoza y Aragón,
Jorge García Granados, así como todos los miembros del Grupo Los Líricos
(Carlos Wild Ospina, Rafael Yela Günther y Carlos Mérida). Asimismo, en una
posterior corta estancia en México, Miguel
Ángel Asturias escribe Hombres de
maíz y publica El Señor Presidente
(1944). Los lugares de encuentro más común son el periódico El Nacional (1929)
-junto a los periódicos de derecha Prensa, Excélsior,
Universal- uno de los más influyentes
de la época, cuyo suplemento fue dirigido por Arqueles Vela (colaboradores:
Héctor Pérez Martínez, Celestino Herrera Frimont, José Mancisidor) y,
posteriormente, la LEAR, proclive a la Internacional Comunista, antifascista.
Entre Guatemala y México está París, donde nuevamente coinciden y
refuerzan los medios de sociabilidad. Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, José
Ingenieros, Manuel Ugarte, José Vasconcelos, a su vez ligados con el movimiento
Claridad, enarbolan la bandera de la solidaridad latina frente a lo sajón (encarnado por Estados Unidos), a la cual
eran sensibles los hispanoamericanos protagonistas de profundos cambios en lo
cultural, en el subcontinente y mucho más allá de sus fronteras.
Intelectuales guatemaltecos en México: del
movimiento Claridad al antifascismo, 1921-1939
Rogelio de la Mora V.
Desde inicios de la década de
los novecientos veinte, en varios países del subcontinente americano
(Argentina, Brasil, Chile y Perú, por ejemplo) se crean revistas ligadas al
movimiento Claridad (Clarté),
apuntalado por Henri Barbusse, Romain Rolland y Anatole France, en París. En la
capital de Guatemala, en 1921, los jóvenes estudiantes Miguel Ángel Asturias y
Epaminondas Quintana, entre otros, también fundan una revista homónima y, poco
después, la revista Studium
(1921-1924), en torno a las cuales reagrupan a los más destacados hombres de
letras. Al término de estas experiencias, algunos de esos actores parten al
exilio, unos a México, otros a París, principalmente. Tanto en la capital gala
como en la Ciudad de México, los desterrados se involucran y tejen espacios de
sociabilidad, articulándose con otras prestigiadas figuras: Miguel de Unamuno,
Ortega y Gasset, José Ingenieros, José Vasconcelos, Manuel Ugarte, List
Arzubide, Luis de Souza Dantas, por citar sólo unos.
En la presente ponencia, que
se quiere un avance de investigación enmarcado en un proyecto más amplio, el
autor se propone rastrear el itinerario intelectual de algunos de los
protagonistas, tales como el propio Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y
Aragón y Arqueles Vela. Al seguir sus pasos y analizarlos e interpretarlos,
también se pretende mostrar cómo desde su pertenencia a esa generación de
estudiantes guatemaltecos rebeldes de los años veinte, pasando por el
Estridentismo y la Asociación de Estudiantes Latinoamericanos en París, hasta su
pertenencia a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (en el caso de
Cardoza y Argón), cultivaron entre ellos estrechos lazos de orden cultural e
intelectual.
[1]
Valle, Rafael Heliodoro. Historia de las
ideas contemporáneas en Centro-América. México - Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica, 1960, p. 21.
[2] El nombre proviene de Miguel Ángel
Asturias, Juan Olivero, José Castañeda y Epaminondas Quintana, en la revista Ensayos, en París, en 1927.
[4] Al
inicio del gobierno de Manuel Estrada Cabrera, en febrero de 1898, aprovechando
ciertos espacios de libertad, los estudiantes de la Facultad de Medicina de la
Universidad de San Carlos participan con éxito en una huelga, que buscaba
presionar a las autoridades a fin de mejorar la educación. A partir de esa
fecha, la “Huelga de Todos los Dolores” se ha repetido año con año, hasta el
presente. En 1921, una comisión formada por Miguel Ángel Asturias y David Vela,
entre otros, componen “La Chalana”, un canto irónico e irreverente hacia con
los políticos del momento.
[5] Mario Alberto Carrera. ¿Cómo era
Miguel Ángel Asturias? Guatemala: Ediciones de la Casa de la Cultura
“Flavio Herrera” de la Universidad de San Carlos, 1975, p. 65.
[6] Studium, Año
I, número 7. Noviembre / diciembre de 1922, págs. 101-105. Citado por Mejía,
Marco Vinicio. Miguel Ángel Asturias,
raíz y destino. Poesía inédita (1917-1924).
Guatemala: Editorial Artemis Edinter, 1999, p. 75.
[7] Mejía, Marco Vinicio. Miguel Ángel Asturias, raíz y destino. Poesía inédita (1917-1924). Guatemala:
Editorial Artemis Edinter, 1999, p. 48.
[8] En reemplazo de Claridad, Mariátegui
fundaría la revista Amauta, en septiembre de 1926. Ver: Soto Rivera, Roy.
Víctor Raúl. El hombre del siglo XX;
tomo I (1895-1945). Lima: Instituto “Víctor Raúl Haya de la Torre”, 2002.
[9] Epaminondas Quintana Rodas. El icosaedro de la alegría. Citado por
Mejía, Marco Vinicio. Miguel Ángel
Asturias, raíz y destino. Poesía
inédita (1917-1924). Guatemala: Editorial Artemis Edinter, 1999, págs. 47 y
49.
[12] Mejía, Marco Vinicio. Miguel Ángel Asturias, raíz y destino. Poesía inédita (1917-1924). Guatemala:
Editorial Artemis Edinter, 1999, p. 10.
[13] Casaús Arzú, Marta Elena / García
Giraldes, Teresa. La formación de capital
social intercultural en el Altiplano de Guatemala. Guatemala: Agencia
Española de Cooperación Internacional / UAM, 2008, p. 215.
[14] citado por Méndez D’Avila, Lionel. Cardoza y Aragón, obra y compromiso (modelo
con un paraíso, un infierno y un río). Guatemala: Editorial Universitaria,
Universidad de San Carlos, 1999, p., 191.
[15] Méndez D’Avila, Lionel. Cardoza y Aragón, obra y compromiso (modelo
con un paraíso, un infierno y un río). Guatemala: Editorial Universitaria,
Universidad de San Carlos, 1999, p. 54-55.
[16] En
más de una ocasión se tendieron puentes entre el marxismo y el surrealismo. En
un primer tiempo, Pierre Naville intentó convertirse en el artesano de esta
fusión. Ver: Francois Blum (ed.), Les vies de Pierre Naville.
Villeneuve-d’Ascq, Francia: Presses Universitaires du Septentrion, 2007.
[17]
Olivier Debroise, “Luis Cardoza y Aragón. Sus corrientes simpáticas”, en Revista de la Universidad de San Carlos,
no. 7, septiembre de 1989, p. 65
[18]
Bustos Cerecedo, “Juan de la Cabada en la LEAR”, s/f, sin número de expediente,
en el Fondo “Juan de la Cabada”, USBI, Universidad Veracruzana.
[19]
Rogelio de la Mora V., “Entre la ortodoxia y el
espíritu crítico: las rutas del grupo noviembre”, Ulúa. Revista
de Historia, Sociedad y Cultura, Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales,
Universidad Veracruzana, año 7, núm. 14, julio-diciembre 2009, p. 167-196.
[20] Ver:
de la Mora V., Rogelio, “Entre la ortodoxia y el espíritu crítico: las rutas
del grupo Noviembre”, en Ulúa, Año 7, no. 14, julio-diciembre 2009, pp. 167-196.
[21]
Carrera, Mario Alberto. ¿Cómo era Miguel Ángel Asturias? Guatemala: Ediciones
de la Casa de la Cultura “Flavio Herrera” de la Universidad de San Carlos,
1975, pp. 56-58.
[22] Cardoza y Aragón, Luis. Miguel Ángel Asturias, casi una novela.
Guatemala: Editorial Universitaria, Universidad de San Carlos, 2002. págs. 18 y
24.
[23]
Miguel Ángel Asturias. París 1924-1933.
Periodismo y creación literaria. Madrid: ALLCA XX / Ediciones UNESCO,
Colección Archivos, 1996, pp. 200-201.
[24]
Miguel Ángel Asturias. París 1924-1933.
Periodismo y creación literaria. Madrid: ALLCA XX / Ediciones UNESCO,
Colección Archivos, 1996, p. 755.
[25]
Tejera, Humberto. Maestros Indoiberos. México: Ediciones Minerva, 1943, p. 13.
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