LUIS ALBERTO SÁNCHEZ Y ARGENTINA. SU CORRESPONDENCIA CON FRANCISCO ROMERO
Florencia Ferreira
Universidad Nacional de Cuyo
Luis Alberto
Sánchez en Argentina en 1936, junto con el escritor mexicano Alfonso Reyes y el
peruano Manuel Seoane.
Nuestra revista virtual EPISTEME publica con
orgullo la presente colaboración de la destacada intelectual argentina
Florencia Ferreira de Cassone, doctora en Historia por la Universidad de Cuyo,
en Mendoza, Argentina. La doctora Ferreira es una experta conocedora de la
historia política del siglo XX en América Latina, incluyendo, por supuesto, el
Perú. El presente trabajo ofrece una mirada fresca e imparcial sobre la obra
intelectual de Luis Alberto Sánchez y su vínculo con intelectuales argentinos,
con facetas y detalles nuevos para los estudiantes e investigadores peruanos.
Agradecemos a la Dra. Ferreira su valiosa contribución y le damos la bienvenida
como colaboradora de EPISTEME.
Hugo Vallenas Málaga, editor.
1-Conociendo a Luis Alberto Sánchez
Con el advenimiento de un nuevo siglo y aún con el recuerdo de la
derrota de la guerra entre Perú y Chile, el 12 de octubre de 1900 nació en Lima
uno de los intelectuales peruanos más sobresalientes del siglo XX: Luis Alberto
Félix Sánchez Sánchez, hijo de Leandro Sánchez Blanco y Carmen Margarita
Sánchez Patiño.
En 1908 Sánchez ingresó al colegio de los Sagrados Corazones La Recoleta
en Lima; al año siguiente publicó en el Boletín
Escolar del colegio su primer cuento, “Los ladrones audaces” y siendo
adolescente colaboró en las revistas Lux
y Ariel bajo el seudónimo de Rafael
D´ Argento. En 1917 ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a la
carrera que más le apasionaba: literatura, como lo afirma en textos diversos:
“…
soy sin remedio un escritor de raza. Y que a escribir he consagrado el tiempo
que a menudo se dedica a otros menesteres, porque sólo escribiendo ahorno mis
pensamientos y entretengo agonías que de otro modo pudieron alguna vez llegar a
la desesperanza. Debo a mi condición de escritor mis placeres más hondos y no
pocas de mis desdichas. Creo en mi duro y dulce oficio no sólo como un destino
y derivativo individual, sino como una de las funciones más bellas,
ennoblecedoras y útiles de un pueblo. A los cuarenta años de sobrellevarlo no
le he sido nunca infiel. Indisoluble vínculo, irrevocable vocación que hoy, con
más ayer que mañana ante los ojos, me comunica de nuevo su sagrado frenesí…”[1].
En San Marcos estableció contacto con César Vallejo y Víctor Raúl Haya
de la Torre y fue testigo y participante de uno de los hechos más importantes
de la historia de la Universidad de San Marcos: la Reforma Universitaria de
1919. Pero malograda
ésta con el cierre de San Marcos pocos años después (1931 - 1935), Sánchez contribuyó
a plasmar el ideario reformista en el Estatuto Universitario de 1946. Como él manifestó en una entrevista:
“La reforma del 19 cambió la
universidad en muchas cosas. La cambió en primer lugar, en que los estudiantes
a partir de entonces tuvieron participación en el gobierno... porque permitió
que entraran profesores nuevos, jóvenes. Se hicieron cambios para
democratizarla, para que todo el mundo pudiera estar en la universidad”[2].
Fue secretario contador de la Biblioteca Nacional a los 19 años y
redactor del Mercurio Peruano. Junto con Raúl Porras Barrenechea y Jorge Guillermo
Leguía fue uno de los principales animadores del Conversatorio Universitario,
fundado en 1919 con la participación de otros jóvenes notables, como Víctor
Raúl Haya de la
Torre, Raúl Porras Barrenechea, Jorge Basadre,
Carlos Moreyra Paz Soldán, Ricardo Vegas García, Manuel Abastos y Jorge Guillermo
Leguía.
Llamado por muchos como el “Patricio de la cultura
nacional”, Luis Alberto Sánchez o simplemente LAS, como le gustaba firmar, se
graduó de Doctor en Letras (1922) con la Tesis
“Nosotros”, que trata sobre el nacionalismo literario en el Perú, y
posteriormente, de Bachiller en Jurisprudencia (1925) y abogado practicante
(1926).
En 1927 es catedrático de
la Facultad de Letras de la UNMSM. Paralelamente, se
dedicó al ejercicio de la abogacía y al periodismo. En 1930 fue elegido
Presidente de la Asociación Nacional de Periodistas. Al año siguiente asciende de secretario a subdirector de la Biblioteca
Nacional en Lima y es nombrado miembro del Instituto Histórico del Perú y
miembro honorario de la Facultad de Filosofía y Pedagogía, como también profesor
visitante de la Universidad de Chile.
En 1931 se afilió al Partido Aprista Peruano, del cual fue uno
de sus más importantes líderes y miembro del Congreso Constituyente
elegido ese año[3]. La decisión de LAS de pertenecer al PAP lo expresa en
su Testimonio Personal:
“Mi ingreso
oficial en la política, o sea mi afiliación al Partido Aprista Peruano, no me
acarreó de momento ventajas ni desmedros. Placer, en cierto modo, sí, porque
por acto de mi propia voluntad me encaraba al destino. En abril de 1931, aunque
ya catedrático de la Universidad de San Marcos y autor de seis libros y no sé
cuántos cientos de artículos, me sentí como si de pronto me hubiera despojado
de todo y me lanzara desnudo de abalorios a un piélago insondable y proceloso”[4].
2-Trayectoria
profesional de Luis Alberto Sánchez
Antes de cumplir los 30 años ya había publicado varios libros célebres,
entre ellos La literatura peruana
(dos tomos 1928, 1929) y Don Manuel
(1930), biografía novelada del prócer radical peruano Manuel González Prada.
Fue también colaborador de la revista de izquierda Amauta y cercano amigo de su director, el pensador socialista José
Carlos Mariátegui.
Durante el gobierno del Presidente Luis Miguel Sánchez Cerro fue deportado
(1932). Trabajó como profesor visitante y periodista en Cuba, Centroamérica y
Ecuador. En 1933 retornó al país al amparo de la amnistía decretada por el
gobierno de Oscar Raimundo Benavides Larrea, quien asumió a raíz del asesinato de Sánchez Cerro el 30 de abril de
1933. Para evitar los desórdenes, el Congreso le confirió el mandato
presidencial hasta concluir el de su predecesor (1936). Benavides suscribió la
nueva Constitución del Perú que reemplazó a la de 1920, en vigencia desde la
administración de Augusto B. Leguía.
Sánchez fue nuevamente deportado en
noviembre de 1934, iniciando el que sería su más
largo destierro y que lo mantendría alejado del país durante 11 años. En 1945, a
raíz de la etapa democrática que vivió el Perú en el contexto de la victoria
aliada en la Segunda Guerra Mundial, volvió al Perú y fue elegido Diputado por
Lima. Asimismo, solicitó su reincorporación a la cátedra de Literatura americana
y peruana y fue fundador - director del
Departamento de Extensión Cultural de la UNMSM.
Los exilios lo transformaron en un viajero académico: fue Profesor
Extraordinario en la Universidad Central de Quito (1933); subdirector de la
editorial Ercilla en Chile; profesor visitante de las Universidades de Buenos
Aires, La Plata y El Litoral (1937); profesor de la Escuela de Verano en la
Universidad de Chile (1938); miembro consulto de la Biblioteca de Washington y
catedrático honorario en la Universidad de Cuzco (1941); profesor visitante en
Columbia University de Nueva York y conferencista en la Universidad de
California y Pennsylvania (1942); nuevamente profesor de la Universidad de La
Plata (1943); profesor visitante en Michigan State College e invitado por el
Ministerio de Educación en México (1944).
De regreso en el Perú en 1945, fue elegido Diputado por Lima y miembro de la Comisión Consultiva del Ministerio
de Relaciones Exteriores. En 1946 fue nombrado Decano de la Facultad de
Letras de la UNMSM y poco después,
Rector para el período de 1946 a 1951 (lo sería
nuevamente en 1961 y 1968). Desde el Rectorado llevó a cabo una labor
brillante: aumentó el presupuesto, reorganizó la administración
y el archivo, incrementó las becas y creó el comedor universitario (1948). Los
estudiantes participaron en el gobierno de la Universidad y los principios de
la Reforma Universitaria se consagraron en la Ley N° 10555, en cuya redacción
Sánchez cumplió un rol protagónico.
Durante su gestión
como máxima autoridad sanmarquina organizó la imprenta de San Marcos y la
Escuela de Periodismo, entre otras importantes obras que beneficiaron a los
docentes y alumnos, quienes admiraban no sólo su trayectoria profesional, sino
también personal. Decía,
“Sostengo que no hay docencia
posible, ni investigación, ni ciencia, ni Universidad ahí donde rija un
criterio de círculo, bien sea por afinidades consanguíneas o financieras, de
simple vanidad o de generación o de lo que sea… Después de todo, en última
instancia, una Universidad es lo que son sus profesores y no lo que marcan sus
calendarios”[5].
Al asumir el rectorado de San Marcos, cerca del cuarto
centenario de su fundación, la Universidad atravesaba momentos difíciles. No obstante
haber sido elegido con el apoyo del APRA, el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero declaró
ilegal a este partido por su pretendida participación en la frustrada rebelión
del 3 de octubre de 1948. Al día siguiente, el Ministro de Educación informó
que el Rector estaba impedido de continuar en funciones; culminó así el primer rectorado de Sánchez, antes de cumplir su periodo. Pocos
días después, Sánchez partía por tercera vez al exilio.
Durante este destierro
trabajó como profesor universitario en México, Cuba, Guatemala, Puerto Rico,
Uruguay, Panamá, Colombia, Venezuela, Francia y Estados Unidos. Además, fue presidente de la delegación
peruana ante la UNESCO en París y Embajador especial en la toma de poder del
Presidente Mariano Pérez en Bogotá; profesor visitante de las Universidades de
la Habana y Caracas. En 1948 fue invitado a la asunción del presidente Rómulo
Gallegos en Caracas. Participó en el Congreso Internacional de Literatura
Iberoamericana en la Habana y fue conferencista en la Universidad de Columbia
(1949). Fue miembro organizador en la Conferencia de Partidos Democráticos en
la Habana (1950); y nuevamente profesor de la Universidad de Puerto Rico (1951)
y de la Universidad de la República Oriental del Uruguay (1954). Participó en
el Congreso por la Libertad de la Cultura en Milán (1955), cuya revista Cuadernos, estaba a favor de Estados
Unidos durante la Guerra Fría.
En 1953 y 1954 se sometió a operaciones oculares. Pero en 1959 el
oftalmólogo español Ramón Castroviejo le detectó una enfermedad que le ocasionó
la pérdida de la visión y fue una de las causas para que dejara ciertos puestos
institucionales[6].
Al retornar el Perú nuevamente a la senda democrática, Sánchez regresó al
país y a la Universidad de San Marcos.
En ella se desempeñó como Decano de la Facultad de Letras (1958) y el 26 de
abril de 1961 la Asamblea Universitaria lo eligió Rector para el período
1961-1966.
En 1962 Sánchez fue
electo Senador pero el golpe de Estado del 17 de julio de 1962, a dos semanas del cambio de mando, impidió el
funcionamiento del Congreso. Se formó un gobierno colegiado integrado por el presidente del comando
conjunto y los comandantes generales de las Fuerzas Armadas.
Al año siguiente,
Sánchez volvió a ser elegido para integrar la Cámara Alta (1963-1969) de la
cual fue electo Presidente en 1966. El 27 de julio de
ese año, luego de prestar juramento, destacó que tratará de seguir las huellas
del presidente anterior, el Senador por Lima, David Aguilar, y de robustecer las
instituciones tutelares, entre ellas el
Congreso de la República[7].
A pesar
de su reiterada negativa, fue elegido por tercera vez Rector de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos para el período (1966-1971). La Universidad pasaba
por serios problemas: las obras de la Ciudad Universitaria estaban paralizadas
y no se habían presentado los balances correspondientes a los años 1963-1965. Además,
el terremoto de 1966 afectó seriamente el local del Parque Universitario.
Durante
este período se reunió en Lima, bajo los auspicios de San Marcos, la Quinta
Asamblea de la Unión de Universidades de América Latina, que eligió a Sánchez
como su presidente. Pero el golpe de Estado encabezado por Juan Velasco
Alvarado (1968), le impidió culminar su periodo como Senador y Rector. En dicho contexto, ciertos sectores, bajo la influencia de la
denominada revolución cultural, lograron la salida de Sánchez del
Rectorado. A partir del establecimiento del gobierno militar, el Consejo
Universitario que el 10 de abril de 1967 había aprobado una moción de homenaje
y reconocimiento a Sánchez con motivo de sus 40 años de docencia universitaria,
convirtió su anterior adhesión en abierta hostilidad. Como consecuencia de estos
acontecimientos, se jubiló de la Universidad de San Marcos y se vio obligado a
emigrar al extranjero, donde se dedicó nuevamente a la enseñanza universitaria.
Así, Sánchez, por motivos políticos, no logró culminar ninguno de sus
tres rectorados. Al jubilarse afirmó:
“Por
tales razones, sopesando responsabilidades y deseando no ser copartícipe del
derrumbe de mi Alma Mater, a la que he dedicado 42 años como Maestro (de ellos
diez como Rector) utilizo el único medio que concilia la Ley, elemento
objetivo, con mi voluntad de no continuar al servicio de intereses como los que
ahora se ventilan, y que me permita librarme no sólo de la Rectoría, sino
también de toda obligación para con la actual Universidad Mayor” […] “Termino
deseando ventura y expresando mi gratitud a los maestros leales a su misión, a
los estudiantes que sinceramente vienen aquí a prepararse para mejores
destinos, a los que me eligieron nuevamente el 12 de mayo de 1966, y adjunto,
según es mi deber, un ejemplar del extracto de la Memoria de 1968 para
conocimiento de la Asamblea”[8].
Retornó a las
labores legislativas al ser elegido miembro de la Asamblea Constituyente
(1978-1979), de la cual fue Primer Vicepresidente y Presidente de la Comisión
Principal. A raíz de la enfermedad del Presidente de la Asamblea, Víctor Raúl
Haya de la Torre, se encargó de su conducción durante el transcurso del debate
constitucional. La muerte de Haya de la
Torre (2 de agosto de 1979), a quien calificó póstumamente como “rey sin
corona, presidente sin banda”, lo afectó profundamente: “Me pareció que ahí terminaba un largo
periodo de mi vida”[9].
Volvió a ser elegido
Senador en las elecciones generales de 1980.
En 1985 cuando el APRA llegó al poder por
primera vez, LAS resultó electo Vicepresidente junto a Alan García Pérez
(1985-1990), a quien vio como una persona de su confianza. Lo había conocido
en Madrid y lo apoyó para que llegase a la Secretaría General del partido,
primero, y luego a la Presidencia de la República. En mayo de 1989 García
lo nombró Presidente del Consejo de Ministros.
En las elecciones de 1990 Sánchez fue elegido Senador, pero sus labores
legislativas se vieron interrumpidas por el autogolpe de 1992[10].
LAS ocupó en varios momentos la presidencia
del Perú, como lo afirma en su Testimonio
personal: “...desde 1985, tuve que
ocupar pasivamente la presidencia más de una decena de veces... es decir, mis
presidencias interinas: soy el hombre que ha sido más veces presidente del
Perú, pero por menos tiempo: no más de ochenta dispersos días”[11]. Así, en total 8 veces Sánchez fue elegido Parlamentario: 1931
(Constituyente), 1945 (Diputado), 1962 y 1963 (Senador), 1978 (Constituyente),
1980, 1985 y 1990 (Senador).
Paralelamente,
se dedicó al ejercicio del periodismo en medios escritos, radiales y
televisivos. Ni la edad ni la falta de visión menguaron su dinamismo ni su
activa presencia en la vida política y cultural peruana. A través de lectores, se mantenía actualizado en
las publicaciones tanto académicas como literarias y políticas. Enrique Lafourcade recuerda que siendo Vicepresidente del Perú,
andaba en gira recogiendo comentarios, opiniones y testimonios para su programa
“Una Hora con Luis Alberto Sánchez” en el canal del
Estado, que tenía una alta sintonía[12]. Dialogaba en la radio en los Programas del Perú
(RPP); su espacio figuraba dentro de la “Rotativa del Aire”. Además, colaboraba
regularmente dentro de la columna “Desde mi Rincón” y en las revistas Caretas y Visión Internacional. También retornó a
sus actividades docentes, entre ellas a la Maestría en Ciencia Política del
Instituto Cambio y Desarrollo. Actuó como conferencista en diversos foros y la
Universidad de San Marcos le concedió el título honorífico de Rector Emérito.
Sánchez ha abordado temas que van desde la literatura
(La literatura Peruana-Derrotero para una historia cultural del Perú, Panorama
de la literatura actual, Breve tratado de la literatura general), historia
(Historia general de América), política (¿Existe América latina?),
la cultura (Vida y pasión de la cultura en América), el mundo
universitario (La universidad no es una Isla), la problemática social
(Perú: retrato de un país adolescente), entre varias novelas,
biografías y artículos periodísticos esparcidos en diarios y revistas peruanos
y americanos.
Además, tiene una extensa
producción bibliográfica donde se destacan prólogos, notas, traducciones,
discursos académicos, memorias, libros y artículos. Otros títulos son: Los poetas de la Colonia (1921), Garcilaso Inca de la Vega , primer criollo (1939), Aladino o vida y
obra de José Santos Chocano (1960), Proceso y contenido de la novela
hispanoamericana (1968), Historia comparada de las literaturas
americanas (1973-1976), Indianismo e indigenismo en la
literatura peruana (1981), Testimonio Personal.
Memorias de un peruano del siglo XX (1969 y 1976) y Cuaderno de bitácora. Pero sus principales obras
fueron las biografías dedicadas a González Prada (Don Manuel, 1930), y Haya (Haya de la Torre y el APRA, 1954)[13].
A lo largo de su vida recibió
múltiples condecoraciones y reconocimientos, entre ellos las Gran Cruz de la
Orden del Sol del Perú (1959), del Águila Azteca de México (1961), de la Orden
de Blasco Núñez de Balboa (1962), de la Orden del Congreso del Perú (1966), de
la Orden de Alfonso X El Sabio (1975), de la Orden de Sor Juana Inés de la Cruz
(1982), Palmas Magisteriales grado Amauta (1982), de la Orden de Isabel la
Católica de España (1986), de las Artes y Letras de Francia (1987), Premio
Nacional de Literatura y Premio Jaime Bausate y Meza de la Embajada de España.
Además, era miembro de la Academia Peruana de la Lengua, de las Real Academia
de la Lengua y de la Historia como también de varias Academias iberoamericanas.
Como personaje
político, desarrolló una crucial y fructífera labor. Cada intervención suya en
el Parlamento Nacional era una clase de política y oratoria. Obtuvo la segunda
mayor votación, después de Haya de la Torre, durante las elecciones generales
para constituir la Asamblea Constituyente en 1979. Político, parlamentario, ensayista, escritor, conferencista, periodista, profesor universitario y rector de la UNMSM, además de
Vicepresidente del Perú, así fue este
protagonista y testigo del siglo XX que falleció en Lima el 6 de febrero
de 1994. Dejó unas sentidas palabras sobre el Perú y sus
hombres:
“De toda
suerte, éste es el Perú y así es el Perú, por él y para él, hay que trabajar,
venciendo recelos y prejuicios y reticencias de todo tipo. La patria es un
horizonte perennemente móvil, tratar de alcanzarlo, cerrando ojos y oídos a la
reticencia y el desánimo no sólo es deber, sino un imperativo incoercible de la
voluntad y la sangre”[14].
3-Pensamiento político de Luis Alberto Sánchez
En la obra de Luis
Alberto Sánchez, uno de los temas que mereció su atención fue la situación del
Perú o, como él decía, El Perú, retrato
de un país adolescente. El autor habla de “país” y no de nación pues
consideraba que el país es anterior a la nación. El término adolescente no
alude a la cronología, sino que se refiere a una nación en proceso de
constituirse. Equivale a “nación en formación”, frase que está presente también
en Montesquieu, Max Weber, Juan Bautista Alberdi, Carlos Wiesse y José Carlos
Mariátegui, entre otros. El autor expresa que “un país es como un ser viviente;
posee cuerpo y espíritu” y agrega, “tiene un cuerpo vasto, vario y exangüe”[15].
Sánchez explica que
adolescencia es “desintegrar lo que es compacto” o “Inmadurez,... es decir
adolescencia”. En otra frase afirma: “empezamos a dejar de ser país
adolescente, vamos entrando por el camino de la integración”. Adolescencia es
también “desorganización política”. En última instancia, “la nación se va
convirtiendo en Estado”. El Perú ha experimentado un “descenso vertical” frente
a la “hegemonía incaica y la esplendidez colonial”. Esa adolescencia o
desorganización tiene su causa en la inestabilidad política representada por el
caudillismo. La crisis política es ocasionada por la ausencia de partidos
políticos sólidos, que dan coherencia y estabilidad a la política.
Afirmaba que no
creía que haya en el Perú posibilidad de indigenismo ni españolismo, porque existe
el mestizaje. Esta es la idea que defiende en su polémica con José Carlos
Mariátegui en 1927[16].
Sánchez recogió el concepto de totalismo de España
invertebrada (1921) de José Ortega y Gasset y de Indología de José Vasconcelos. Ese totalismo es equivalente al
mestizaje, es decir, a la integración. Así se aproxima al concepto de nación
como sociedad global[17].
Observa que la
lucha por el poder es central en la historia peruana, sin embargo el Estado
está limitado por la ley. Por eso mantuvo y defendió la idea de democracia.
También abogó por la concordia nacional, a pesar de la lucha antiaprista
llevada a cabo durante varias décadas. Como uno de los líderes principales del
PAP, siguió el ideario democrático y de unidad latinoamericana defendido por
Haya de la Torre.
Aunque su idea de nación
no está presente dentro de su obra en un texto específico, ésta aparece en
diversas páginas. Su acierto estuvo en encontrar lo histórico-geográfico y
social en el mestizaje peruano, el cual incluye también la idea de país
heterogéneo, semejante a la de sociedad global, pues la nación admite
subculturas, a la vez que varias lenguas y religiones. En este caso la nación
no es uniformismo sino que predomina la idea de pluralidad y multiculturalidad.
Pese a esta diversidad, el mestizaje es predominante, comenzando por el Inca
Garcilaso (a quien dedicó una biografía significativa).
Uno de los aportes
fundamentales de Sánchez fue incorporar la literatura prehispánica a la
peruana. Por medio de lo que el autor califica como quechuismo o sea la
literatura inca, la peruana adquiere identidad y autonomía, dado que
anteriormente se inscribía como un capítulo de la literatura española.
Consideraba que la melancolía andina era el “único elemento autóctono de
nuestras letras”. Desde muy temprano (1928) revaloriza la oralidad dentro de lo
que denominó socioliteratura: “la única fuente literaria del Imperio (Inca) es
la tradición oral”[18].
Sánchez fue parte
de una generación que luchó por el proyecto de América Latina como un bloque
único y como camino para la superación de los problemas nacionales y
supranacionales del continente. Su generación propuso la idea de “un
nacionalismo para el continente”, a partir de la Reforma Universitaria de 1918
en Córdoba. LAS fue, como dijimos, uno de los líderes de la Reforma
Universitaria de 1919 en el Perú, a la vez que uno de los principales ideólogos
del Aprismo[19].
Hay varios temas recurrentes en el pensamiento de LAS
en la búsqueda por la identidad de América Latina. En sus interpretaciones
existe una visión positiva frente a la realidad latinoamericana como una forma
de construir una identidad capaz de unificar y constituir un bloque político y
económico fuerte. Para él, América no sólo existía sino que debía buscar su
afirmación, principio que aparece en Existe
América Latina? de 1945:
“Yo no creo que América latina sea
una ficción. No. Pienso que es una ficción, sí, tal como se la presenta; no por
sus rasgos esenciales. En otros términos, no es una unidad en cuanto a su
pasado colonial o republicano, pero tiende a serlo conforme desarrolla y crece
en hondura y extensión. Dicho de otro modo: entiendo que el lugar común de la
identidad de lengua, religión y pasado colonial no basta para otorgar carta de
crédito a una unidad”. […] “La unidad emana de la historia, la geografía, la
economía y el porvenir. Es resultante de una tradición profunda y de un futuro
posible”[20].
La característica principal del latinoamericanismo en
el pensamiento de LAS es el mestizaje. El mestizo aparece como una esperanza de
unidad, como una representación de la “heterogeneidad que homogeniza”. Para
Sánchez, esa unidad nacía de las diferencias, tal como las representa el
mestizo: “América latina, como quiera que se la mire, es, pues, un continente
mestizo”[21].
En efecto, afirmaba que éste era la verdadera encarnación de América, mezcla no
solo de razas, sino también de credos, costumbres, tradiciones, folklore y
valores que transformaron este continente polisémico.
Asimismo, hay que recordar su actitud antiimperialista,
tanto militar como económica y política. Para Sánchez, cualquier intervención
externa en América Latina debe ser severamente refutada, especialmente la de
origen norteamericano, como él lo manifestó frente a la invasión a Nicaragua en
la década de 1920.
Sin embargo, el antiimperialismo exacerbado
representaba para el autor una actitud ciega. En la década del treinta, por
ejemplo, tal posicionamiento bélico perdía fuerza, a raíz de la política
implantada por el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt con el
surgimiento del New Deal y su
política de ‘Buena Vecindad’, que provocó un cambio en el antiimperialismo
aprista[22].
Sánchez admiraba la democracia y el desenvolvimiento
industrial que había transformado a los Estados Unidos en una gran potencia.
Además, ese país representaba la victoria del mestizo y la expansión hacia el
oeste, que permitió la convivencia de valores y culturas dispares. Miraba a
América del Norte como lo hizo Simón Bolívar: una mezcla de admiración y
repulsa. Seducción de la cual prevenía José Enrique Rodó y José Martí.
El latinoamericanismo que postulaba se nutría de su
perfil cientificista, académico, por eso sus teorías se encontraban dentro de
un contexto de discusión y debate científico que lo diferenciaba de Haya de la Torre , que propugnaba uno de
perfil más práctico, ligado a funciones propias de la política. Para Haya,
recordemos, el problema de América Latina residía en el indio, de allí su
indoamericanismo como representación de la integración y libertad del continente.
Pero Sánchez creía que el indio como centro de interpretación de la realidad
latinoamericana restringía el análisis y las posibilidades de establecer una
identidad única. También refutaba la utilización del término Indoamérica para
la caracterización del continente, pues era una expresión representativa de un
movimiento reivindicatorio de los explotados contra sus explotadores: “[…]
otros como yo, sostenedores de que el Perú, por ser país mestizo, no puede
desdeñar sus raigambres y secuencias de diversos calibre y pigmento”[23].
Para defender la unidad latinoamericana, se apoyaba en
diversos autores como forma de legitimar sus argumentos. Encontramos citas de
Bolívar, Rodó, Haya, Mariátegui, Vasconcelos, entre otros. Pero no de Martí,
porque sus proyectos para la América Latina no eran compatibles con los de LAS.
Sánchez no negaba la modernidad ni el rompimiento teórico o conceptual con los
modelos occidentales como el mejor camino por adoptar, pues no hay oposición de
continuidad histórica rompiendo con el pasado europeo ni tentativa de retirar a
América Latina de la historia occidental, porque esto representaría la negación
del mestizo.
4- Luis Alberto Sánchez y la Argentina
LAS estuvo en la
Argentina por primera vez en julio de 1936 para cumplir comisiones de la
editorial Ercilla. Estaba exiliado en Chile desde diciembre de 1934 a raíz de
los sucesos políticos en su país. En Buenos Aires se reencontró con Alfredo L.
Palacios (a quien conoció en Lima en 1919) y con Ricardo Rojas (su amigo
epistolar desde los días universitarios).
La estadía de LAS
en Buenos Aires fue de unas pocas semanas. En lo académico, dice: “dicté una
conferencia en la Facultad de Filosofía de Buenos Aires y dos en la Universidad
de la Plata, esta última, titulada Civilización
o Cultura, es probablemente algo de lo mejor de mi cosecha”[24].
En otros capítulos relata que desde 1936, año tras año, dio conferencias en las
universidades de Buenos Aires, La Plata, El Litoral y Cuyo. Era un trajín anual
de “tres a siete semanas, durante los años 1936, 1937, 1938, 1939 y 1940”. La
excepción fue entre octubre de 1941 y comienzos de 1942, que estuvo en los
Estados Unidos.
En el mismo pasaje
de sus Memorias, dice LAS que en 1943
“acepté la oferta de la Universidad de La Plata, su rector era Alfredo L.
Palacios, el viejo y gallardo mosquetero socialista; su vice-rector, mi
entrañable amigo Gabriel del Mazo”[25].
Sin embargo, sólo permaneció un año como catedrático regular en esa Universidad.
Luego partió a los Estados Unidos, México y Panamá; retornó al Perú en 1945 a
pesar de la situación política irregular.
Cuando
concluyó el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero en 1948,
Sánchez se exilió nuevamente. En su destierro, como dijimos, trabajó como
profesor universitario en diversos países. En ellos se relacionó prácticamente
con personalidades de toda América, como también de España y otros países
europeos y mantuvo con ellos una nutrida correspondencia. Parte de su archivo
epistolar se puede consultar en el volumen de
Henderson y Pérez con la lista del fondo reunido en la Universidad de
Pennsylvania[26].
Durante su segundo
exilio LAS realizó visitas de muy pocos días a la Argentina. En medio de la
crisis peruana de octubre de 1948, obtuvo asilo en la embajada de Paraguay. Era
Presidente de ese país Natalicio González, quien estuvo exiliado en Buenos
Aires en los años 30 y se hizo buen amigo de LAS. Pero la inseguridad del país
lo hizo trasladarse a Guatemala, donde gobernaba Juan José Arévalo, otro
político amigo de LAS, también exiliado en la Argentina en los años 30.
Hasta mediados de 1949 fue catedrático
regular en Guatemala. También dictó conferencias y colaboró en revistas de
Panamá, Puerto Rico y Cuba, realizando breves viajes. En junio de 1949 visitó
nuevamente la Argentina pero el ambiente intelectual le fue adverso bajo el
gobierno de Juan D. Perón. De regreso a Guatemala encontró una situación
lindante con la guerra civil y frente a los problemas que tenía su Presidente
Arévalo, LAS le manifestó su decisión de concluir el
curso y abandonar Guatemala. Obtuvo una visa de Estados Unidos como profesor
visitante y se trasladó a Puerto Rico (1951). En su Testimonio
personal Sánchez se refiere a esos años:
“… Nos pareció que la crisis se
precipitaba y que el desenfado comunista ganaba terreno a expensas del
prestigio de Arévalo. Este, siempre lleno de bondad, me había instado a que me
quedara definitivamente en Guatemala: “Traiga a su familia Sánchez, yo le voy a
facilitar una finca del Estado, como se la he ofrecido a Gabriela Mistral;
aquí, estudien y trabajen”[27].
Sánchez se estableció como catedrático y
editor de textos académicos en el departamento de Estudios Hispánicos de la
Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, donde
tenía la misma remuneración que un catedrático principal, como lo afirma en el
tomo III de su Testimonio personal.
“De pronto, un día, allá por
febrero de 1950, recibí una citación de la Oficina de Inmigración de la Isla.
Me conminaron a abandonar el país, porque mi visado estaba mal [...] Yo había
obtenido la visa en Guatemala; para ello mostré al Cónsul Norteamericano la
carta-contrato del Rector de Puerto Rico. El Cónsul refrendó mi documento, pero
no lo hizo como residente, que era lo que correspondía, sino como visitante,
los cuales, según la ley Norteamericana, están impedidos de trabajar en el
país. […] se me autorizó a permanecer extraordinariamente en la Isla hasta
quince días después de que terminasen los exámenes del semestre, esto es, hasta
el 15 de junio de 1950”[28].
Durante
esos años Sánchez publicó los siguientes libros: Reportaje
al Paraguay. Biblioteca Paraguaya. Asunción,
Editorial Guaranía. Impreso en Buenos Aires, 1949; “Notas sobre Pedro Henríquez
Ureña”. Separata de la Revista Iberoamericana, volumen XXI, No 41-42,
México D.F., 1949; La universidad latinoamericana. Estudio
comparativo, compendio. Con el auspicio del Comité Organizador del I
Congreso de Universidades Latinoamericanas. Prólogo de Carlos Martínez Durán.
Guatemala, Editorial Universitaria, 1949; La tierra de Quetzal. Santiago
de Chile, Editorial Ercilla, 1950; La Literatura peruana. Derrotero para una
historia espiritual del Perú. Seis tomos. Buenos Aires, Editorial Guaranía,
1950-1951; México en el mundo de hoy. México D.F., Colección
Nazahualcoytol, 1952; Proceso y contenido de la novela hispanoamericana.
Biblioteca Románica Hispánica (dirigida por Dámaso Alonso) II, Colección
Estudios y Ensayos, No 11. Madrid, Editorial Gredos, 1953. Aparte del libro
mencionado no hay
nuevas obras de LAS en 1953 ni en 1954, hasta la publicación de Haya de la Torre y el APRA. Crónica de un
hombre y un partido. Santiago de Chile, Editorial del Pacífico, 1955[29].
Sánchez se refiere a sus días en Puerto Rico como uno
de los más serenos de su vida:
“Quizá me aburrí a veces, pero
pude trabajar, pensar, planear y reunir algún dinero para defenderme de las
acechanzas de años tan implacables, como los que vinieron. La Universidad me
asignó varias funciones: yo era una especie de asesor de la Rectoría en materia
de publicaciones y de asuntos latinoamericanos; ejercí mis asignaturas de
Literatura Latinoamericana y de historia actual; la una, con alumnos de
Humanidades, las otras en la Facultad de Estudios Generales y en la de
Educación”. […] “Trabajé duramente en la U.P.R. A mi salario de profesor se
juntaban mis ingresos como escritor y conferencista. Tuve compañeros
excelentes. Un buen número de desterrados de España, de Argentina y Perú,
formábamos el núcleo de profesores visitantes”. […] “A últimos de 1948, cayó de
visita y luego se afincó en la Isla, Francisco Ayala. Escritor madrileño, de
precoz inserción en la Revista de
Occidente, poseía Ayala una habilidad sui
géneris para captar posiciones y simpatías de los poderosos. Ayala resultó
así, en un abrir y cerrar de ojos, más importante en Sociología, que José
Medina Echevarría, el sociólogo de mayor solidez que ha dado España en los
últimos lustros, y a quien Puerto Rico importó de México donde pasaba su
exilio” [30].
Sánchez conoció y admiró la Argentina en los
veinte viajes que realizó al país. A causa de los reiterados exilios, LAS
perdió muchos volúmenes de su biblioteca y nunca los pudo recuperar. Entre 1949
y 1952, años de su estancia en Puerto Rico, tuvo lugar el intercambio epistolar
con Francisco Romero, que está presente en el Archivo Romero.
5-Luis Alberto Sánchez y su relación con Francisco Romero
En sus visitas a la
Argentina, LAS se relacionó con Alejandro Korn y con otros intelectuales de la
Universidad de La Plata, entre quienes debió estar Francisco Romero.
Romero era una figura destacada en los
movimientos filosóficos de América. Había nacido en Sevilla pero a muy temprana
edad se trasladó con su familia a la Argentina , país en el
cual realizó toda su obra filosófica y académica. Comenzó el estudio de
filosofía luego de su paso por el Colegio Militar. En 1928 fue designado
profesor en la Universidad
de Buenos Aires y al año siguiente en la Universidad de La Plata. En 1932 fue nombrado
profesor en el Instituto del Profesorado en Buenos Aires y en 1936 catedrático
en la Universidad
de La Plata.
Uno de los sucesos
más destacados de la vida de Romero fue su amistad con Alejandro Korn, quien
representó el inicio de la superación del positivismo en su fase postrera.
Romero conoció a Korn cerca de 1920 y pronto apreció su sabiduría y, sobre
todo, la razón histórica que justificaba su obra renovadora de la filosofía en la Argentina.
A Romero se le
reconoce haber acuñado en 1940 el término “normalidad filosófica” para
referirse al ejercicio de la filosofía como función ordinaria de la cultura en
Iberoamérica, junto a la superación del autodidactismo y al crecimiento de las
carreras de filosofía y de publicaciones especializadas, de los debates
públicos, traducciones, como así también al contacto entre especialistas de la
región[31].
Romero identifica como uno de los síntomas de esta normalización filosófica el
mayor interés por la historia de las ideas filosóficas, lo cual indica una
madurez de conciencia de la región y un intento por indagar sobre la
peculiaridad de lo americano. Como dijo su discípula Angélica Mendoza,
“El pensamiento de Francisco Romero trabaja con un haz de problemas que se
anudan con una nueva y distinta concepción filosófica. A pesar de la aparente
dispersión de su obra, existe una profunda y comprensiva homogeneidad de su
pensamiento. Además, quien como yo ha tenido el privilegio de asistir a sus
clases durante seis años, y más tarde de participar en sus diálogos, tiene
motivos de sobra para afirmar que “sabe” de la unidad y coherencia de su
indagar”[32].
Romero defendía una
concepción estructural de la realidad contra el racionalismo, el evolucionismo
biológico y todas las concepciones atomistas e identificaba lo verdadero con la
trascendencia. Además, fue un crítico agudo y un traductor excelente del
alemán.
Entre sus obras, destacamos Vieja y nueva concepción de la realidad (Buenos Aires, Talleres Gráficos Radio Popular, 1932); Contribución al Estudio de las Relaciones de
Comparación (Buenos Aires, Imprenta López, 1939); “Un Filósofo de la Problematicidad ”
(Reimpreso de Cruz y Raya, 21,
diciembre de 1934); “En torno a las Concepciones del Mundo” (Buenos Aires, La Nación ,
20-IX-1936. Reproducido en Nueva York, La Nueva Democracia ,
diciembre de 1936, 66, 12-14; 29-30); Filosofía de la Persona (Buenos Aires,
Talleres Gráficos Radio Popular, 1938); “Descartes
y Husserl” (Reimpreso de Escritos en Honor de Descartes. La Plata , Argentina,
Publicaciones Oficiales de la Universidad Nacional , 1938); “La Sazón de las Ideas” (La Nación ,
8/13/1939, sec. 2, p. 1); “La Otra Substancia ” (La Nueva Democracia , Nueva York, mayo de 1937, 12-14); “Contribución al Estudio de las Relaciones
de Comparación” (Reimpreso de Humanidades, XXVI, 1938, 291-213); “Teoría y Práctica de la Verdad ” (Revista
de Pedagogía, Tucumán, 2,
julio de 1939); “Tendencias contemporáneas en el pensamiento latinoamericano”
(en Sobre la filosofía en América,
Buenos Aires, Raigal, 1952); Sobre la historia de la filosofía (Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán,
1943); Teoría del hombre (Buenos
Aires, Losada, 1952). Asimismo, fue miembro del
Comité de Redacción de las siguientes publicaciones: Erasmus, Philosophy and
Phenomenological Research, The Personalist y Sur[33].
Participó también en varias de las empresas culturales en las que fue su
principal animador, tales como las revistas Realidad.
Revista de ideas y Cursos y
Conferencias. En 1938, al fundarse en Buenos
Aires la Editorial Losada, Romero fue invitado a asumir la Dirección de la
Biblioteca Filosófica, la cual constituye el aporte más selecto a la filosofía
en la forma de traducciones y ediciones de originales en lengua española[34].
En cuanto a Realidad (1947-1949), era una
publicación bimestral impulsada por Francisco Ayala, Lorenzo Luzuriaga y el
autor, como muestra de colaboración entre escritores españoles y argentinos.
Contaba con el apoyo económico y académico de otros valiosos
escritores hispanoamericanos y españoles, y vino a ser la heredera de la Revista
de Occidente, si se atiende a la selecta calidad de sus artículos y al alto
espíritu intelectual que la presidía[35].
Por su parte Cursos y Conferencias (1930-1965), publicación
del Instituto Libre de Estudios Superiores, fue
un foro de debate de propuestas alternativas e intensa producción intelectual[36].
Romero se comunicó a
través de Alejandro Korn con varios exiliados peruanos, tales como Luis Heysen, Enrique Cornejo
Köster y Andrés Townsend, que fueron alumnos y entrañables amigos de Korn. LAS conoció
a Francisco Romero en 1936, cuando Alfredo L. Palacios, Rector de la
Universidad de La Plata, lo recibió con honores y le dio amplias facilidades
para enseñar y publicar, igual que a los demás exiliados apristas, como varios
lo recuerdan en sus memorias (por ejemplo los almuerzos de camaradería con
estudiantes y profesores).
Francisco Romero no
aparece mencionado por Luis Alberto Sánchez en su Testimonio personal, donde se incluye un índice de nombres citados.
Tampoco está presente en el volumen en homenaje a LAS. Este libro reúne a 34
autores de diferentes países, desde Arciniegas hasta Leopoldo Zea y Enrique
Zuleta Álvarez, quienes aportan ensayos sobre la vida y obra de LAS y otros
temas, escritos en años distintos y desde perspectivas diversas[37].
Hay muchas
referencias cruzadas sobre intelectuales amigos de LAS, sin embargo, Francisco
Romero no está citado en ningún ensayo. De ello podemos deducir que su amistad
no fue tan cercana, no obstante reflejarse cierta familiaridad en las cartas. A
pesar de estas limitaciones, hay una semblanza sobre Romero en el tercer tomo
de su Historia comparada de las
literaturas americanas[38],
en donde Sánchez destaca la personalidad de Francisco Romero en estos términos:
“Sin poderlo llamar estrictamente
un ensayista, pues sería más apropiado denominarle crítico, propagador y
tratadista, es lo cierto que Francisco Romero, argentino (1891-1962) llena un
vacío profundo y ancho en el manejo de las ideas filosóficas en América, y fue
el verdadero propulsor de los estudios sobre historia de las ideas filosóficas
en el continente. Si, en sus últimos años, sintió simpatía por el
existencialismo de Heidegger, no se puede omitir su entusiasmo por la lógica de
Husserl, así como su juvenil atracción hacia Bergson y Hegel. Pese a la gravedad
de las ideas que manejaba supo exponerlas en su estilo ágil, al alcance de
todos, lo que no le impedía, llegada la ocasión, entregarse a lucubraciones del
más alto nivel ideológico. Romero, fue incansable en su tarea de difusor y
revaluador de una cultura latinoamericana, tuvo como colaboradores: Luis Aznar,
Aníbal Sánchez Reulet, Juan Adolfo Vázquez, Risieri Frondizi y Eugenio
Pucciarelli, entre otros.”
Para el historiador
y discípulo de LAS, Hugo Vallenas Málaga, hay una posibilidad de
entender este vínculo a través de otro amigo que tuvieron en común: el político
Américo Ghioldi (1899-1985), de larga militancia socialista, que en 1958 formó
parte del Partido Socialista Democrático. Ghioldi fue estudiante en La Plata y
luego catedrático en la misma época que Francisco Romero.
LAS, como
integrante del APRA, defendió ideas políticas socialdemócratas pero se oponía a
los populismos autoritarios y a toda alianza con los Partidos Comunistas.
Ghioldi, amigo de LAS y del fundador del Aprismo, Haya de la Torre y de los
exiliados de los años 30 de ideas afines al Aprismo (como Arévalo, González y
Muñoz Marín), compartió esa orientación cuando la gran mayoría de políticos
socialistas y populistas del continente se acercaban al comunismo o apoyaban al
peronismo.
Un momento de
especial cercanía entre el grupo socialista de Ghioldi y los apristas fue la
conspiración contra Perón de septiembre de 1955.
Américo Ghioldi formó parte del frente civil comprometido con los alzamientos y
luego representó al Partido Socialista en la Junta Consultiva Nacional formada
tras el derrocamiento del general Perón. LAS y Ghioldi también compartían un
punto de vista sobre la justicia social basado en la democracia y contrario a
toda proximidad hacia el marxismo, lo cual no ocurría con muchos
socialdemócratas del continente.
Además, LAS no
escribió en ninguna de las publicaciones dirigidas por Romero: ni en Realidad, Revista de Ideas ni en Cursos y Conferencias. En 1949 LAS
publicó casi exclusivamente en Revista de
Indias de Bogotá y en Cuadernos
Americanos de México (donde también colaboró Romero).
La estancia de Sánchez
en Puerto Rico se extendió hasta mediados de 1955. Dedicó algunas semanas de cada año a trabajar en Cuba (1951-1952)
y luego en México. Visitó brevemente Chile, la Argentina y Uruguay (1952) y
luego Brasil (1954), coincidiendo con el suicidio del presidente Getulio
Vargas. Además de dar conferencias, dio apoyo en estos países al movimiento de
intelectuales del Congreso por la Libertad de la Cultura. Relacionado con este
organismo, considerándolo “un Plan Marshall de la cultura”, viajó a Europa
durante el segundo semestre de 1955[39].
Durante el primer
semestre de 1956 volvió a Chile, donde ejerció como catedrático, junto con
otras actividades. Cuando cambió la situación política peruana regresó a su
país. Pero hasta 1962, año del deceso de Francisco Romero, LAS no visitó
nuevamente la Argentina.
6-Correspondencia entre Sánchez y Romero
La correspondencia
entre Luis Alberto Sánchez y Francisco Romero presente en el Archivo Romero[40],
tuvo lugar entre 1949 y 1950. Durante esos años, LAS se encontraba en Puerto
Rico, como dijimos, debido a que el gobierno de Bustamante declaró ilegal
al APRA y lo expulsó de su cargo de Rector de San Marcos (1948). Como dijimos,
durante su destierro trabajó como profesor universitario en varios países.
Pero LAS prefirió regresar a Chile, vía Buenos Aires, donde
a comienzos de junio de 1950 se afincó nuevamente en Santiago:
“Yo había salido de Chile en enero
de 1949, y había vuelto ocasionalmente entre abril y mayo. Prácticamente el año
entero del 49 y la primera mitad del 50 había permanecido en la zona del
Caribe”. […] “El año nuevo de 1951 me cogió entristecido, como todos los años
nuevos; pero no ya en Chile, sino en Puerto Rico. Volvimos precisamente para el
comienzo del nuevo semestre. Había que ganarse la vida y lavarse de chismes”[41].
Las cartas entre los dos intelectuales presentes en el
Archivo Romero son sólo tres: una de Sánchez y dos de Romero. La primera de
ellas, de LAS, fue escrita el 26 de noviembre de 1949 desde la Facultad de Humanidades, perteneciente al Departamento de
Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico.
En ella, Sánchez responde a una carta anterior de
Romero no presente en el archivo. El autor enumera ordenadamente su
contestación: en primer lugar, lo invita a Romero a viajar a Puerto Rico en
calidad de profesor y le manifiesta que tanto la paga como la biblioteca y el
ambiente son buenos. En segundo lugar adhiere a colaborar con U$S 50 para la
revista que va a sacar la Universidad y le solicita a Romero que le envíe todos
sus libros “y los que Losada quiera enviarme, pues me quedé sin un libro, y
tuve que desprenderme de mis 7.000 volúmenes para capear el primer tiempo”.
Asimismo, le pide que salude a Ayala[42],
a Losada y a de Torres[43]
con idéntico pedido. Por último, le requiere un artículo a Romero[44].
Sánchez le informa que Alfonso Reyes, Raymond Ronze,
Ricardo Rojas, Marcel Bataillon, Germán Arciniegas y otros (no mencionados en
la correspondencia), ya le remitieron sus artículos. Finaliza con el pedido de
la dirección de Victoria Ocampo para escribirle sobre estos temas y se despide
amistosamente con un abrazo.
La pronta respuesta
de Romero a LAS es del 1 de diciembre de 1949, en la cual acusa recibo de la
carta enviada por Sánchez. Romero confirma el encuentro mantenido entre ambos
en Buenos Aires: “Ya lo imaginaba por ahí, de acuerdo con lo que usted me dijo
cuando nos vimos aquí”, dice. Y pasa a contestarle puntualmente lo solicitado
por LAS: no podrá viajar a Puerto Rico, aunque “la perspectiva es seductora,
por todo lo que sé de Pto Rico”, no la descarta para otra oportunidad. En
segundo lugar, acepta la invitación a colaborar en la revista de la
Universidad, “por el gusto y el honor, y también (no es vergüenza decirlo, en
estos tiempos) porque completo mi presupuesto con las colaboraciones”[45].
Le informa que
le ha enviado un par de libros suyos y que habló en “una reunión del Colegio
Libre con [Roberto] Giusti, [Luis] Reissig y mi hermano [José Luis] para que le
manden libros y también algunas ediciones de Argos (donde trabaja mi hermano),
pero sobre esto es pesimista, dada la situación editorial”. Para que refuerce
el pedido de libros, le da las direcciones de Giusti, José Luis Romero y
Reissig, junto a las de Sur y la
personal de Victoria Ocampo. Se hace eco de la necesidad de libros por parte de
LAS y para tal fin hablará a otros amigos por su cuenta. Y le ofrece más
direcciones.
Romero le comenta sobre sus actividades en Buenos
Aires. Ha dado muchos cursos y conferencias tanto en la Capital como en el
interior, pero ha escrito poco. Le informa que la situación es cambiante e
insegura: Realidad parece que
termina: “precisamente la reunión de esta tarde es el funeral aunque sale un
número todavía. No imagino cómo seguir”. Ese año el déficit fue de ocho o nueve
mil pesos, y para el año 50 calcula que será de doce o quince mil. La solución
no es un mecenas porque “habría que hilar fino sobre lo que tal mecenazgo
significaría para la revista”. Se despide afectuosamente deseándole el éxito
que se merece.
La última carta
presente en el epistolario de Romero está fechada un año después, el 1 de enero
de 1950. En ella Romero le informa que de acuerdo con su requerimiento, le
adjunta un ensayo para la revista, al cual le atribuye cierta importancia, en
cuanto intento de aclaración de un tema considerable y en cuanto exposición de
una tesis del libro Teoría del hombre,
que está escribiendo[46].
Como editorialista cuidadoso, le pide que vigile la
revisión de las pruebas: “usted sabe que en estas cuestiones, una errata, por
leve que sea, suele transformarse en un disparate o un contrasentido”.
Espera que haya ido recibiendo libros, pues tanto los
amigos como las editoriales prometieron hacerlo. “Yo le mandé varias cosas, y
ahora le despacho mi Lógica[47],
que alcanza estos días la duodécima edición”. Respecto a la retribución del
artículo, pone en las manos de Sánchez la manera que resulte más conveniente.
Se despide con un deseo de ventura para el nuevo año.
7-Palabras finales
Entender el siglo XX en nuestra
América –según la expresión de José Martí-, o valorarlo con justeza, sería
imposible sin la bibliografía de Luis Alberto Sánchez y de Francisco Romero.
Fueron ciudadanos de América, por la que trabajaron y soñaron en la dura tarea
de mejorar la educación.
En el transcurso del mencionado siglo, el intercambio
epistolar que mantuvieron resultó el modo más difundido y adecuado para
encontrarse-contactarse a la distancia. Por ello las relaciones con muchos
pensadores los nutrieron intelectual y políticamente a través de fecundos epistolarios.
En la correspondencia entre Luis Alberto Sánchez y Francisco Romero se muestran
sus preocupaciones e intereses junto al deseo de mantener relaciones personales
y académicas, como lo prueban las cartas mencionadas y la elogiosa referencia a la obra de Romero que
hiciera el peruano, las cuales indican un vínculo amistoso y de mutuo aprecio
intelectual.
Como buen
realista, Sánchez entendía que la vida y la pasión por la cultura es un drama
de la tierra misma. Del APRA le venía esa conciencia de la realidad para meditar
y analizar temas de inusitada trascendencia y englobarlos en una síntesis
constructiva, especialmente los concernientes a la Universidad, el Parlamento,
la literatura, la historia y el peregrinaje.
Se le ha llamado
polígrafo, trabajador multifacético, con privilegiada destreza hermenéutica, aspectos
que se verifican en sus lecciones, conferencias, artículos, ensayos, discursos,
investigaciones en los campos de la literatura y la historia, los cuales se
coronan en más de cincuenta volúmenes, que lo acreditan como uno de los
escritores más fecundos y creativos de nuestra América.
Su magisterio
estuvo presente en las aulas universitarias del Perú y de casi todos los países
de ambas Américas, que incluye también centros superiores de estudios europeos.
Visitó universidades especialmente invitado por alumnos y profesores, como en
los casos de Paraguay, Guatemala y Puerto Rico. Tres veces Decano de la
Facultad de Letras, tres veces Rector de la Universidad de San Marcos, Sánchez ha
dejado una impronta duradera en el recuerdo y la conducta de sus discípulos. El
universo de LAS también comprende la literatura y el periodismo en diversos
diarios y revistas del Perú e Hispanoamérica. Fue poseedor de una erudición
cercana al enciclopedismo, que empleó para tratar la cotidianidad, sus rastros
y raíces.
Sus exilios lo
pusieron en las rutas de la diáspora que agobió durante 1931 hasta 1956 a los
líderes y militantes del Partido Aprista Peruano; fueron años ricos en
experiencias y en conocimientos de otras realidades americanas. Tuvo habilidad
para observar y examinar los hechos y los personajes de su entorno, sin
confundir los deseos con las cosas y los hombres.
Alcanzó los más
altos cargos en la administración pública: senador, diputado, presidente del
Congreso, vicepresidente de la República, y varias veces encargado de la Presidencia
de la Nación. Chile lo recibía cada cierto tiempo, pues hizo de este país su
segunda casa. Sin embargo sus libros aparecieron en Santiago, Buenos Aires,
México, Perú, tanto en editoriales grandes y pequeñas.
Su vida se guió
por los principios de acción y trabajo. Casi ciego, seguía escribiendo sus
artículos, dictando sus charlas; tenía lectores que en ciertas horas del día,
como Borges, leían para él. Estuvo hasta sus años penúltimos haciendo
integración cultural. Y jamás perdió, en cualquier cargo en el que el azar de
la vida lo situó, ya fuera desterrado, sin trabajo, perseguido, poderoso
senador, o Vicepresidente, su calidad y generosidad.
Para Romero, el
camino fue la filosofía que es perfección, plenitud y experiencia de la
totalidad del conjunto y sólo puede realizarse en la persona del filósofo que
debe tomar posiciones. Por eso distingue entre el individuo y la persona,
entendiendo a ésta como centro ideal que se determina por principios y valores.
Sostiene que la persona se constituye sobre el individuo psicofísico, pero
también es voluntad de unidad de la cual derivan el deber de conciencia y el de
conducta.
Esa doble
manifestación humana aclara la naturaleza del hombre que muestra la cara
individual y la personal. La voluntad de realización de los actos espirituales
hace a la persona para que existan la verdad, la belleza y el bien. Romero
insiste en la eticidad en la conducta personal como resultado de la unión entre
vida y filosofía, pues si la filosofía busca la verdad, el filósofo debe
adherir a ese valor. Corrobora estas nociones con las actitudes que toma en su
vida, al alejarse del ejército para dedicarse a la filosofía, siguiendo su
vocación de enseñanza y difusión y de ensayista y profesor.
Se destacó por alentar entusiasta y generosamente
los estudios filosóficos en Iberoamérica, independientemente de las escuelas
que representaban. Lo hizo no sólo en el Instituto Superior del Profesorado
Secundario y en las Universidades de Buenos Aires y La Plata, sino también en
el Colegio Libre de Estudios Superiores y desde la Biblioteca Filosófica que
fundó y dirigió en la editorial Losada. La calidad y los resultados de su obra
se aprecian en el grupo de pensadores que lo siguieron: Risieri Frondizi,
Aníbal Sánchez Reulet, Eugenio Pucciarelli, Juan Adolfo Vázquez y otros.
Además de
ejercer una vasta influencia intelectual, Romero dio un ejemplo moral cuando se
rehusó a acatar a las autoridades universitarias impuestas por el gobierno, a
consecuencia de lo cual renunció a sus cátedras universitarias y pocos años
después fue encarcelado a causa de sus opiniones políticas.
Desde la
muerte de Alejandro Korn en 1936 hasta la suya propia, acaecida inesperadamente
en 1962, Francisco Romero fue unánimemente considerado como el filósofo
universitario argentino más importante de su tiempo. Difundió, expuso, comentó
y analizó las obras de sus pensadores favoritos, especialmente del ámbito
germánico: Franz Brentano, Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl, Max Scheler y
Nicolai Hartmann. Al igual que Korn, compartía sus concepciones idealistas, su
lenguaje y su oposición al cientificismo. Pero, como Ortega, Romero respetaba
la ciencia.
Construyó vínculos
con sus coetáneos en la región para afianzar el conocimiento de la labor que
realizaron los “fundadores”, quienes a través de sus estudios transmitieron el
origen de una tradición. Su insistente pedido de eticidad en la conducta
personal es el resultado de la compenetración entre vida y filosofía, temas que
acercaron a Romero y Sánchez.
Ambos autores con
la pluma y la palabra, lucharon por cambiar la enseñanza de América Latina. LAS
soñaba con un socialismo democrático, humanista, nacionalista, que hundiera sus
raíces en el mestizaje. A Romero le debemos, además de su labor académica, la
apertura del país en su faz filosófica hacia América y Europa, tanto al
establecer lazos con sus contemporáneos cuanto al reconocimiento institucional.
Y ambos dieron testimonio de valores éticos, que se afirman en la verdad, la
justicia y lo social como camino de conducta[48].
[1] SÁNCHEZ,
Luis Alberto. La Universidad no es una
Isla: un estudio, un plan y tres discursos. Lima, Ediciones Perú, 1961. pp.
195-205.
[2] Ibid. La Universidad en trance de
recuperación.
Perú, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1967.
[3] En
México, cuya Revolución se había consolidado bajo la Presidencia de Álvaro
Obregón, su ministro de Educación, José Vasconcelos, convocó a intelectuales y
políticos iberoamericanos para lograr una fórmula de la originalidad
revolucionaria mexicana. En ese marco, Víctor Raúl Haya de la Torre creó en
1924 la Alianza
Popular Revolucionaria Americana y en 1931, el
internacionalismo del APRA dio lugar al Partido Aprista Peruano. Desde el
comienzo de su actividad política, Haya adoptó una perspectiva continental que
superara los marcos nacionales. Estas ideas conquistaron innumerables
seguidores entre los iberoamericanos que se encontraban desperdigados por
América y Europa.
[4] SÁNCHEZ, Luis
Alberto. Testimonio personal. Memorias de
un peruano en el siglo XX. Tomo I. Lima, Villasan, 1969. p. 345.
[5] SÁNCHEZ, Luis Alberto. La Universidad no es una Isla: un
estudio, un plan y tres discursos. Op. cit., p. 139.
[6] SÁNCHEZ,
Luis Alberto. Testimonio Personal.
Memorias de un peruano del siglo XX. Tomo III. Perú, Villasan, 1969, p.
1181.
[7] Op. cit., p. 1331.
[8] SÁNCHEZ, Luis Alberto. “Documento presentado a la Asamblea
Universitaria, U.N.M.S.M., Lima, 22 de enero 1969”. En su Testimonio personal. Memorias de un peruano del siglo XX. Tomo IV.
Lima, Mosca Azul Editor, 1969, pp. 172-173.
[9] SÁNCHEZ, Luis Alberto. “Oración fúnebre en
homenaje a V. R. Haya de la Torre”. En Vanguardia
Aprista, www.vanguardiaaprista.com n www.vanguardiaaprista.com
[10] GARCÍA Salvattecci, Hugo. “Apuntes para una biografía de Luis Alberto Sánchez”. En
SÁNCHEZ, Luis Alberto. La vida del siglo.
Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1988. p. XXI.
[11] Nuñez Huallpayunca, Efraín. Luis Alberto Sánchez: El último
gran intelectual del S. XX Un esbozo de su vida y obra. Santa Fe,
Argentina: El Cid Editor, 2011. Biblioteca Digital.
E-libro 929.
[12] LAFOURCADE, Enrique. “Entrevistamiento de Luis Alberto Sánchez”. El Mercurio, Domingo 20 de marzo de
1994, D32.
[13] Cfr. Alva Castro, Luis; Cisneros, Luis Jaime; Macera, Pablo; Polo, Marlene; Sánchez
Dergán, Luis Alberto; Vallenas,
Hugo: Cien años de Luis Alberto Sánchez.
Lima, Fondo editorial del Congreso del Perú, 2001. Contiene una cronología
detallada sobre la vida política y profesional de LAS; ALVA CASTRO, Luis. “Nota para los
lectores”. En L.A.S. Crónicas de Luis
Alberto. Tomo 1. Lima, Editor Luis Alva Castro, 1988.
[15]SÁNCHEZ, Luis Alberto. El Perú: retrato de un país adolescente, Buenos Aires, Continente, 1958,
p. 9.
[16]Ver Aquézolo Castro, Manuel. (Compilador). La polémica del indigenismo. José Carlos Mariátegui - Luis Alberto
Sánchez, Lima, Mosca Azul Editores, 1975; SÁNCHEZ, Luis Alberto. “Batiburrillo
indigenista”, en Mundial, Lima, 18 de febrero de 1927, nº349.
recogido en RODRÍGUEZ REA, Miguel Ángel. La literatura peruana en debate
(1905-1928), Lima, Antonio Ricardo Editores, 1985.
[17] SÁNCHEZ, Luis Alberto. ¿Existe América Latina? Examen espectral de
América Latina. Lima, Edición Luis Alva Castro, 1991, p. 16.
[18] Cfr. SÁNCHEZ,
Luis Alberto. Historia comparada
de las literaturas americanas. Buenos Aires, Editorial Losada, 1973, p. 33.
[19] Cfr. BIAGINI, Hugo. La
Reforma Universitaria. Buenos Aires, Leviatán, 2000.
[20] SÁNCHEZ,
Luis Alberto. ¿Existe América Latina?
Examen espectral de América Latina. Op.cit., pp. 16-17.
[21] Op. cit., p. 137.
[22] Cfr. FERREIRA, Florencia. Claridad y el Internacionalismo americano.
Buenos Aires, Ediciones Claridad, 1998.
[23]SÁNCHEZ, Luis Alberto. Vida y pasión
de la cultura en América. 2ª
ed, Chile, Ediciones Ercilla, Biblioteca América, 1936. p. 42.
[24] SÁNCHEZ, Luis
Alberto. Testimonio personal. Memorias de
un peruano en el siglo XX. Tomo II. Lima, Ed. Villasan, 1969, p. 516.
[25] Op. cit., pp. 497-520.
[26] Henderson, Donald C. and Grace P. Perez. Literature and Politics in Latin America: An Annotated Calendar of the
Luis Alberto Sanchez Correspondence, 1919-1980. University Park: The Pennsylvania State
University Libraries, 1982. Asimismo, se debe consultar a Galindo
Vera, Vidal. Contribución a la bibliografía de Luis
Alberto Sánchez. Separata del Boletín Bibliográfico de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, Año XXXV, Nº 3-4, Lima, julio-diciembre de 1962.
Galindo Vera hace una extensa relación de artículos, prólogos y antologías que
LAS publicó entre 1919 y 1962. Vallenas,
Hugo: LAS, guía bibliográfica. Lima,
Ed. Pachacútec, 1994. Agradezco los datos a su biógrafo y especialista en
historia del Perú, Hugo Vallenas Málaga.
[27] SÁNCHEZ, Luis Alberto. Testimonio Personal. Memorias de un peruano
del siglo XX. Tomo III. Op. cit., p. 939.
[29] Agradezco el dato a Hugo
Vallenas Málaga.
[30] SÁNCHEZ, Luis Alberto. Testimonio Personal. Memorias de un peruano
del siglo XX. Tomo III. Op. cit., p. 950-957.
[31] FRANQUIZ,
José A. “El estructuralismo personalista del profesor
Francisco Romero”. En Revista Cubana de
Filosofía, La Habana ,
julio-diciembre 1951, vol II, Nº 9, 18-33.
[32] MENDOZA, Angélica. “Notas
sobre la filosofía de Francisco Romero”. En Revista
Cubana de Filosofía. La
Habana , julio-diciembre 1951, vol.II, nº 9, 41-47.
[33] FERREIRA, Florencia. “Voces de
un diálogo: Francisco Romero y los filósofos norteamericanos”. En Revista CUYO. Anuario de Filosofía Argentina y Americana - Facultad de Filosofía y
Letras – Instituto de Filosofía Argentina y Americana, Mendoza, Argentina.
Volumen 29, Año 2012, pp. 87-131.
[34]Gonzalo Losada había conocido la
Argentina en 1928 y se instaló en Buenos
Aires al frente de la sucursal de Espasa
Calpe junto con Enrique Pérez, como lo atestigua su nieta María del Carmen
Aramburu. Tras el estallido de la Guerra Civil Española, las relaciones con España se
cortaron y Losada convirtió la sucursal en Espasa Calpe Argentina, iniciando la
publicación de la Colección Austral dirigida por Guillermo de
Torre. Cuando en 1938 la casa española de Espasa Calpe hizo públicas sus
simpatías pro franquistas y exigió que los libros se editaran en España,
Losada y Pérez junto con Guillermo de Torre, Atilio Rossi, Amado
Alonso, Pedro Henríquez Ureña, Luis Jiménez de Asúa y Francisco Romero fundaron la Editorial
Losada, que constituyó un hito en la industria editorial de toda América. La
editorial se convirtió en el centro de exiliados republicanos
y de intelectuales argentinos y españoles, como Guillermo de Torre, Diego Abad de Santillán y Amado Alonso, a
los que se sumaron Francisco Ayala, Lorenzo
Luzuriaga y Manuel Lamana.
[35] Existe una edición
facsimilar de los 18 números publicada por editorial Renacimiento en ocasión
del centenario de Francisco Ayala.
[36]El 20 de mayo de 1930 Roberto
Giusti, Carlos Ibarguren, Alejandro Korn, Narciso C. Laclau, Aníbal Ponce y
Luis Reissig crearon una institución con el nombre de Colegio Libre de Estudios
Superiores. Cursos y Conferencias fue
publicada entre 1931-1956 ininterrumpidamente, por las editoriales Radio
Revista, Talleres Gráficos Continental, Iberoamericana. Hasta 1953 la
publicación es de carácter mensual, los siguientes años es trimestral.
[37]ARCINIEGAS,
Germán; Bourricaud, François y
otros, Homenaje a Luis Alberto Sánchez.
Madrid, Ínsula, 1983.
[38]SÁNCHEZ, Luis Alberto. Historia comparada de las literaturas
americanas. III Del naturalismo al posmodernismo. Op. cit., pp. 364-365.
[39] Op. cit., pp. 982-991;
1992-1114.
[40]El análisis de la
correspondencia de Francisco Romero está a cargo de la Dra. Clara Alicia Jalif
de Bertranou, Directora del PIP otorgado por CONICET, “Francisco Romero y su
epistolario (1936-1962)”, Nº
112-200801-00620 por el trienio 2009-2012. Disciplina KS1. Expediente
1127/08. Aprobado 28/01/2009.
[42]Francisco
Ayala García-Duarte
(Granada, 1906 - Madrid, 2009), escritor español que se
destacó como narrador. Al caer la República se exilió en Buenos
Aires, donde pasó diez años. Colaboró en Sur,
en La Nación y en la editorial Losada; fundó con Lorenzo
Luzuriaga la revista Realidad. En la década de
1950 se trasladó a Puerto Rico, para dictar cursos en la Facultad de Derecho de la Universidad de P.R. Viajó a Estados Unidos e impartió clases de
Literatura española en las universidades de Princeton, Rutgers, Nueva York y Chicago.
[43]Guillermo
de Torre (Madrid, 1900 - Buenos
Aires, 1971) fue
un ensayista, poeta y crítico literario y de arte español
perteneciente a la Generación del 27, casado con Norah Borges. Fue
colaborador en Revista de Occidente, Sur y en el periódico El Sol. Fundó con Ernesto Giménez Caballero La Gaceta Literaria
(1927), órgano de la Generación del 27 y junto con Pedro
Salinas, Índice Literario (1932). Desde 1956 fue catedrático de la
Universidad de Buenos Aires.
[44] Se refiere a “Dos tesis
recientes sobre el hombre” publicado en Revista
de Filosofía, Chile, I Nº3 o a “La oportunidad histórica del
cartesianismo”, Revista Cubana de
Filosofía, La Habana, enero-diciembre, I, Nº 6, pp.4-6. Recordemos que el
Nº 5 de esta revista está dedicado a Francisco Romero.
[45]“La tasa de tres conferencias en
una Universidad oscilaba entre 600 y 1.000 dólares, pero sin ningún pago
adicional”. SÁNCHEZ, Luis Alberto. Testimonio
Personal. Memorias de un peruano del siglo XX. Tomo III, op. cit., p. 962.
[46]Teoría del hombre. Buenos Aires, Losada, 1952, tratado de antropología filosófica que
contiene, además, un resumen de teoría de la cultura y un compendio de sus
ideas sobre metafísica y valores.
[47]Lógica y nociones de teoría
del conocimiento escrito junto con Eugenio
Pucciarelli. Buenos Aires, Espasa Calpe, 1938.
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